Jueves, 16 de Julio de 2015
A mis queridos jóvenes
Escrito por Ikuo Kanashiro*   

Ante todo, agradezco al periódico La Plata Hochi por permitirme este espacio para poder expresar humildemente las experiencias que viví en mis 86 de vida y 20 como socio de la Asociación Japonesa Florencio Varela. Actualmente, los tres directivos de dicha institución son: presidente, Hugo Gushiken; secretario, Gustavo Uehara; tesorero, Marcelo Yagi. Y del colegio japonés, presidente, Eduardo Higa; secretaria, Delia Nishimura; tesorera, Carina Iha.

En comparación a cuando me asocié, se nota que hubo un cambio de generación, de la primera a la segunda y, así, a la tercera. Generalmente, es difícil organizarse dentro de una institución con distintas generaciones y pensamientos. Durante el año se celebran dos festivales importantes para recaudar fondos: uno en primavera y otro en otoño. Debido a la inflación, hubo tiempos difíciles y de crisis, pero gracias a la nueva comisión, joven y enérgica, compuesta por personas de segunda y tercera generación.
Se les abrieron las puertas a las personas de fuera de la colectividad, lograron un evento con una gran recaudación y éxito. Nos ayudó mucho el ejemplo de los sempai de las asociaciones japonesas como la de Burzaco y La Plata, quienes mucho antes que nosotros abrieron las puertas de los festivales al público en general.
La primera tarea de dicha joven comisión fue el deseo, de muchos años, de “la reconstrucción del colegio japonés”.
Las antiguas aulas tenían un techado de chapa. Por ello, en invierno hacía frío, y en verano, mucho calor.
Los padres se reunieron y decidieron apoyar a sus hijos que estudiaban en dicha situación. Y proyectan la construcción de seis aulas nuevas, oficinas de administración, baños y, si más adelante la situación económica de nuestro país mejora, edificar un piso más, y luego pasar el colegio a un primer piso, mientras que la planta baja se alquilarían como locales para obtener ingresos.
Comenzó el proyecto dirigido por el señor Senjun Yagi, director del comité de mantenimiento por ese entonces.
Al estar ubicados en una zona baja, preocupaba mucho la posibilidad de inundaciones en días de mucha lluvia, por lo que se comenzó a llenar el terreno con escombros y tierra; una cantidad equivalente a 250 camiones.
Cabe destacar que todo fue posible gracias a Sentaro Yagi, quien colaboró con un fondo para 40 camiones. El señor Senjun Yagi colaboró para pagarle a camioneros, pero no se pudo utilizar un tractor para poder aplanar y asentar el terreno, por lo cual la mayoría de los padres colaboraron durante muchas horas y, gracias a ello, se logró preparar una superficie con 150 cm de altura, ideal para poder comenzar con la construcción.
Organizando tres veces al año eventos con sorteos, se juntaron fondos durante tres años y, así, lograron hacer realidad la gran inauguración el 25 de Mayo del año 1999, con la presencia del señor Hitoshi Tsuru, presidente de Kyoren de ese entonces, y directivos de otras instituciones.
Si me permiten, quisiera presentarles a dos comercios que han colaborado a lo largo de la historia de la institución.
Una es el supermercado Alen, situado en la Av. Eva Perón 4112. Es muy conocido por su buena calidad de carne y para nuestros asados es indispensable. Todos los sábados recibimos una donación de $ 1500 para el colegio japonés. El otro comercio es la panadería y confitería San Martín, situada en Eva Perón 4539. Todos los sábados nos proveen, sin cargo, pan y facturas para la merienda de los 60 alumnos del colegio. No debemos olvidarnos de dichas colaboraciones.
Nuestra institución, varias veces, sufrió distintos tipos de robos. Ante situación de poca seguridad, los socios decidieron la construcción de un mural de 450 metros con 2,5 de alto y 40 cm de ancho. Desde un comienzo se sabía que sería mucha inversión, pero fue la única alternativa que encontramos para protegernos.
Se tardaron cinco años para concluir la obra.
Una de las tantas virtudes que tenemos los japoneses es confiar, pero en un país como la Argentina también es un gran defecto. Muchos comerciantes de nuestra colectividad, por confiar y emplear a personas que, al comienzo, dicen ser amigos, pero que con ayuda de abogados deshonestos, se enfrentaron a demandas y juicios laborales. Justo como pasó con nuestra institución: por confiar y emplear al encargado sin contrato y de palabra. Como suelen decir, la confianza mata a la gente. Cuánta razón le doy a ese dicho.
Lamentablemente, perdimos el juicio y se abonó una indemnización que equivale al precio de una vivienda de clase media en Varela.
Expreso mi mayor respeto a los dirigentes que estuvieron luchando y soportando dicho juicio tan injusto y que lograron solucionar el problema.
También me enorgullece mucho el compromiso que aportan los dirigentes de nuestra institución.  Su colaboración y participación en diversos eventos organizados por FANA y COA, sobre todo los jóvenes de Matsuri Daiko y alumnos del gakko que estudian danzas tradicionales. A pesar de un gran esfuerzo por conseguir los medios de transportes, siempre representan muy bien a la asociación. Por ello estamos muy agradecidos. 
Quiero mencionar a una persona muy importante para nuestra institución. Fue presidente de COA, estuvo en la comisión directiva de AJA, y también como presidente de Varela. Es el señor Sentaro Yagi. Gracias a su colaboración por el progreso de la colectividad japonesa en la Argentina, fue reconocido por el gobierno de Japón y recibió una condecoración. Él cambio todo el machimbre viejo de la institución, y no solo eso, modernizó los baños y colaboró con la tierra y material para acondicionar la pista de atletismo y grandes sumas de dinero.
El cuñado, Yamashiro Yasuhide, fue responsable de la construcción de la sala de té del Jardín Japonés, proyecto, en su momento, dirigido por AJA. Su mano de obra es muy reconocida. Llegó a refaccionar el escenario de COA y de Varela casi gratuitamente. Todos los socios le estamos muy agradecidos por ello.
Actualmente, todas las instituciones organizan festivales. En nuestra institución también, gracias a la buena relación que los directivos tienen con la Municipalidad, y con el intendente Julio Pereyra, muy conocido por ser amante de nuestra colectividad. Así, podemos disponer de baños públicos, personal de seguridad, gacebos, ayuda médica y, de esta manera, realizar sin ningún inconveniente nuestros festivales. Agradezco al intendente por su gran colaboración.
El día anterior al festival, siempre nos preocupan los cortes de luz. El año pasado, para prevenir dicha situación, adquirimos un gran generador eléctrico. También para las competencias nocturnas, se instalaron 10 postes de luz. Cuando yo ingresé como socio, todos los años antes del festival nos reuníamos en la vieja escuela para los preparativos de la sopa de chivo. Y recuerdo que al soplar el viento, se volaban las chapas, ante lo que debíamos estar pendientes (dejábamos escombros encima para sostener las chapas).
Y siempre tuve la impresión de lo mal que estaba económicamente la institución, y sentía mucha lástima por ello. Pero no sé cómo ni cuándo sucedió, pero en la actualidad, por más que pase un tornado, tenemos un techo impecable y resistente. Me sentí tan emocionado que grité ¡bien!, y de inmediato le expresé mi alegría al presidente Yagi. Hace 15 años, los más apreciados y el centro de todos los jóvenes eran Takeshi Higa y un joven kinesiólogo muy querido por sus pacientes, Norio Nakandakare. Lamentablemente, los dos ya han fallecido, pero ellos fueron quienes llamaban a todos los jóvenes que luego de un duro día de trabajo en la quinta, cansados, se encerraban en sus casas y convocaban para reunirse y charlar.
Al comienzo eran muy pocos, pero luego se formó un lindo grupo de 10 personas, integrado por el ex presidente Ricardo Yamasato, Oscar Agarie, Víctor Higa, Fabián Higa, Adrián Higa, Hernán Higa, Marcelo Yamauchi, Andre Nakandakare, María Iha. Actualmente se reúnen alrededor de 30 personas todos los miércoles por la noche, y por tal motivo dicha reunión se denominó Suiyokai. La mayoría de dichos jóvenes actualmente son los padres de los alumnos que concurren a nuestra gakko y siempre colaboran por el progreso de la institución.
Dentro de ellos hay excelentes asadores, como el ex presidente Ricardo Yamasato, Marcelo Yamauchi, Gabriel Agarie, Oscar Agarie, Víctor Higa, Hernán Higa y Adrián Higa. Quizá me haya equivocado en algunos nombres, pido disculpas. Ellos no se conformaron con solo asar la carne. Si no que pensaron en un método para que la carne saliese bien jugosa y armaron una parrilla superpuesta sobre la parrilla inferior y así cocinan la carne y en la superior colocan una chapa cubierta de carbón y leña, logrando una cocción especial y exquisita. Los 200 socios que concurren a nuestros asados están muy conformes con los asadores.
El 29 de agosto del 2007 celebramos los 75 años de la fundación, en conjunto con los 50 años del gakko. Asistió el cónsul de ese enonces, Shigeru Iida; Toshiaki Furuya, director de JICA; Toru Mizutani, presidente de FANA; Akio Matsuya, presidente de Kyoren, y Julio Pereyra, intendente de Varela.
Debo expresar mi más profundo respeto y admiración a las personas que consolidaron la base de la actual colectividad japonesa. Gracias a todos ellos, hoy recibimos un reconocimiento por parte del Centro Nikkei Argentino como una de las instituciones japonesas más destacadas. Agradezco a todos los socios y a La Plata Hochi por permitirme expresar mis palabras hacia los jóvenes de la colectividad.

* Agradecimiento a Evangelina Kaneshi