“A usted, quien murió en el campo de batalla” es una de las tantas líneas que le dedica la señora Ookushi, de 94 años, a su esposo, muerto en batalla, y a 70 años del fin de la guerra.
Este año se cumple el 70° aniversario de la Segunda Guerra Mundial, y una manera de conmemorar esta fecha es presentando una historia, en este caso, de amor; recuerdos que, a través de cartas y anotaciones en un cuaderno, va rememorando cada día una esposa, quien le dedica su amor a su marido fallecido en el campo de batalla.
“A usted, quien murió en el campo de batalla. Su esposa de 94 años le sigue escribiendo cartas de amor”. Así se puede interpretar y traducir el título del artículo publicado en japonés por el diario Asahi Shimbun del pasado 24 de mayo. La señora Ookushi Tsuchiwe, residente en Itoshima, prefectura de Fukuoka, continúa escribiendo cartas en su cuaderno. Según lo que ella misma leyó en una entrevista televisiva, el contenido de lo que escribe es simple, cotidiano y, a través de estas cosas, recuerda a su marido y lo hace formar en parte de los momentos de su vida, aunque ya no esté con ella físicamente. “Querido, en el jardín trasero han florecido la tres cuartas partes del ciruelo, y el perfume de su fragancia lo hace flotar. Le ha llegado a usted, ¿no?”. El simple, pero único hecho, como lo es la floración de una flor, y el perfume que emana, hace que ella sienta deseos de compartir con él este momento especial y cotidiano. Otra anotación que fue recitada por la señora reaviva el momento en que el esposo fue llamado al campo de batalla. “Hoy hace un buen tiempo para lavar la ropa, y se ha secado, pero sopla un poco el viento, así que desistí de estar escardando…. Desde que te enviaron a la plataforma, cuando te hicieron partir para la guerra, se me viene a la mente, claramente, ese panorama”. La señora Ookushi nació en Hakata, en 1920, y su padre era director de una escuela primaria. A los 20 años, por recomendación de una profesora, fue a una cita concertada y conoció a Hitoshi Kurou, tres años más grande, y quien trabajaba en la oficina de impuestos. Se casaron en octubre de 1941, y vivieron juntos por un año y dos meses, hasta que Kurou fue llamado para la Guerra del Pacífico. La señora recuerda la felicidad e ilusión que tuvo en esos momentos de recién casados, que duraron muy poco tiempo. Y pronto nació su primer hijo, actualmente de 42 años. Cuando Kurou fue llamado a la guerra, ella lo fue a despedir a la estación de Hakata, entre gritos “Banzai” y lágrimas. Esa fue la última vez que lo vio, y desde esa separación comenzó a escribir las cartas, una vez por semana. Tenían destinatario, pero las misivas volvían a su emisora. En sus cartas, ella le contaba del cumpleaños de su hijo, de su crecimiento. Cuando el marido estaba en Taiwán, nació su hija, en septiembre de 1943. En ese período, su marido pasó de Taiwán hacia Manila, y luego a Nueva Guinea. Según las noticias de ese entonces, pronto habría un cese del fuego y una honorable derrota. En 1944, Kurou cayó muerto en la selva, y 11 meses luego de finalizada la guerra, a Ookushi le notificaron la defunción. Ella volvió a su pueblo natal, y los padres de su marido le aconsejaron que se volviese a casar e, incluso, que podría elegir al hermano de su marido. El período de posguerra fue la culminación de una larga guerra y ella visitó el lugar donde su marido había muerto, en Nueva Guinea, con motivo del 60° aniversario de su cumpleaños. Ella detalla que en estos últimos años, su condición física no es de las mejores, pero que sigue juntando libros de textos, revistas y música que se solía difundir durante la guerra. Entre sus libros posee una serie ilustrada de un famoso militar que participó en la guerra ruso-japonesa, el general Nogi, publicados en 1936, y del almirante Togo Heihachiro, de 1937. Además, la señora Ookushi recuerda el momento vivido el 27 de marzo de 1945, tras el ataque aéreo, y los enfermos que estaban ubicados cerca de su casa, en Fukuoka; el espanto dentro de los refugios antiaéreos, y los 35 chicos que murieron cerca de una escuela elemental. A partir de este ataque aéreo, a mediados de la década del 50, se creó el Museo Memorial de Paz Tachiarai, en la ciudad de Chikuzen.
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