Jueves, 14 de Mayo de 2015
Una sopa, motivo de encuentros

En el Matsuri de Varela, entre la tradición culinaria y el exotismo de preparar el chivo, una especialidad propia de Okinawa que se solía hacer entre vecinos.

El domingo 3 de mayo se realizó el Matsuri de la Asociación Japonesa Florencia Varela, uno de los dos que realizan los socios anualmente, y en el que hubo, como siempre, bailes, karaoke, demostración de artes marciales, y danzas participativas, además de los stands de artesanías, plantas y flores y comida japonesa.
Justamente la comida es uno de los grandes atractivos y, dentro de ella, la sopa de chivo, tradicional preparación, única dentro de nuestra colectividad y, casi seguros, en la Argentina, que desde hace un par de ediciones vienen difundiendo en Varela.

La elaboración de la Yagi Jiru, un plato proveniente de Okinawa, y cuya tradición es hacerla entre los vecinos,  antiguamente se comía en pequeños encuentros, aunque también en celebraciones como el Obon, casamientos, festejos de año nuevo y fiestas nacionales, entre otros.
Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, la carne que representa a Okinawa pasó a ser el cerdo, mientras que el chivo solo era una comida de pequeñas celebraciones regionales.
La preparación de la sopa de chivo en la Argentina, sin embargo, hoy se mantiene en el festival de Florencia Varela, gracias a la inmigración.
Fernando Uehara, presidente de la Asociación Japonesa Florencio Varela, rememoró tiempos en que esta práctica fue traída por su abuelo, en el año 1919. Se preparaba entre vecinos, y los participantes iban rotando al momento de carnear al animal. Esto era un motivo de encuentros, al menos una o dos veces al mes.
Si bien su elaboración requiere de mucho trabajo en cuanto a la matanza del animal, el plato en sí no lleva muchos ingredientes.
Marcelo Higa, otro de los involucrados en el festival, sostiene que el “el tema es bastante complejo. Ayer (por el sábado) mataron al animal, quemaron su pelo, lo pelaron, le limpiaron las tripas, lo deshuesaron, lo trozaron y lo hirvieron. Hoy se lo vuelve a hervir para llegar a la cocción justa (una hora y media, el día anterior, y otras dos horas, aproximadamente, el mismo día), y se utiliza todo el animal: las tripas, el mondongo, la cabeza, es decir, no se tira prácticamente nada, excepto las pesuñas y el cuerno. El proceso es laborioso: se quema el pelo, luego se lava bien al animal para la cocción”.
Por su parte, Uehara agrega: “Cuando al animal lo matan, le sacan toda la sangre, la coagulan, y luego las tripas, el mondongo, etcétera, se hierve aparte, e inmediatamente se introducen en la olla en donde se encuentra la carne previamente trozada”.
A toda esa carne solo se le agrega jengibre.
En el pasado, dentro la comunidad japonesa, y precisamente dando el ejemplo de los que hoy se encuentran en Florencio Varela, se hacía entre los vecinos. Una vez le tocaba a uno; otra, a otro, y así, entre charlas, y de generación en generación, se fue trasmitiendo esta costumbre que hoy se reaviva y disfruta dos veces al año en Varela: en mayo y en septiembre.
El chivo suele ser grande o dos animales chicos de 20 kilos cada uno. De la elaboración de la sopa participan de 10 a 12 personas y cada tazón se calcula que tiene 700 cc. Se estima que lo producido equivale a 120 tazones.
Muchos de los concurrentes del festival encargan la sopa para llevársela. Un dato: se vende absolutamente toda la olla. Los japoneses, según Uehara, son los únicos que hacen el chivo de esta manera, tipo sopa, ya que aquí, en la Argentina, suele existir la costumbre de hacer el típico chivito, pero asado. Sí hay que tener cuidado con esta sop, ya eleva la presión.