Miércoles, 10 de Diciembre de 2014
Sakihara san, que en paz descanse

Jefe de redacción de la sección japonesa de La Plata Hochi, falleció el martes 4 de noviembre.

El martes 4 de noviembre falleció Choichi Sakihara, periodista de La Plata Hochi. Tenía 80 años. Fue él quien,  durante los último 25 años, se había encargado de la redacción general de la sección en japonés.
Sakihara nació en Tomari, ciudad de Naha, capital de la prefectura de Okinawa. Pasó su infancia en plena Guerra del Pacífico. Así, su adolescencia fue marcada en la caótica sociedad japonesa luego de la derrota en el conflicto bélico.

En 1944 ya era inminente el desembarco de los norteamericanos en Okinawa. Ante esa situación, en la segunda mitad de ese año, el gobierno de la prefectura dispuso la evacuación voluntaria de los colegiales y de familias hacía Kyushu (Japón). La familia de Sakihara san, compuesta por su madre y un hermano menor, optó por alejarse de la isla de Okinawa, que, en poco tiempo, se convertiría en campo de batalla. El destino de la evacuación lo determinaban las autoridades, y a la familia de Sakihara san le tocó a mudarse a la prefectura de Miyazaki, lugar en el que culminó la primaria y, después de la modificación del régimen de enseñanza, cursó el colegio  secundario básico, para luego seguir estudios en el ciclo  superior.
Su padre estaba viviendo en la Argentina como inmigrante, y en 1952, faltando un año para concluir sus estudios  superiores, la familia se trasladó a nuestro país como inmigrantes de postguerra. Se establecieron en Turdera con  un negocio de tintorería.
En la Argentina, el estudioso Choichi, a la par que trabajaba, cursó la escuela primaria y luego comenzó a estudiar en el colegio secundario de Comercio, aunque no pudo culminar su carrera.
Era deportista, y aquí integró un equipo de béisbol de nikkei, como lanzador o pitcher.
También cultivaba el Haiku, y desde aquí enviaba a Japón sus obras, al punto que fue premiado.
Su última profesión en la Argentina fue el periodismo, oficio que lo atraía, ya que antes de venir a la Argentina,  mientras estudiaba en Japón, perteneció a la división del periodismo.
Sakihara san ingresó a La Plata Hochi en 1990, cuando el movimiento Dekasegui de los nikkei entró en una etapa de ebullición. Desde entonces fue el responsable total de la sección en japonés.
Por ser un periódico de colectividad con escasa magnitud, Sakihara san se ocupaba de todas las funciones atinentes a la publicación (ir a eventos, escribir, corregir, diagramar las secciones, recibir a gente, y más, mucho más).
Además, por las funciones que ocupaba, y por su talento, muchas instituciones de la colectividad requerían de su  colaboración para distintos tipo de publicaciones. Él, por su  generosidad, siempre estaba dispuesto a colaborar.
En 2002, la Federación de Asociaciones Nikkei en la Argentina (FANA) publicó la Historia de Inmigrante Japonés, y Sakihara san fue redactor responsable del libro.
Últimamente, varias  asociaciones publicaron sus historias y él, por su experiencia, siempre era un referente a la hora de las consultas.
Dentro de la comunidad okinwense en la Argentina, existen decenas de agrupaciones Shichosonjin Kai, y ellas también han publicado sus historias. Sakihara san solía hacer de asesor.
Actualmente estaba dirigiendo la redacción del libro por el “Centenario de la Inmigración Okinawense en la Argentina”, cuya publicación constituye una de las obras conmemorativas de dicho aniversario.

 

Un caballero

Creo que nos conocimos en 1994, como todos, en el diario, cumpliendo múltiples funciones.
Tuve el privilegio de compartir muchísimas reuniones, de las cuales, a pesar del idioma, hemos podido aprender  no sólo las jugosas historias que conocía, sino también el respeto, la humildad y la moderación.
Los almuerzos y sobremesas en el diario o en la pizzería de Chacabuco lo mostraban más distendido, con lo cual podíamos profundizar un poco más en algunos temas de la colectividad. Compartimos reuniones fuertes, donde se discutían temas con mucha firmeza. Sakihara san nunca perdía la moderación y la caballerosidad, y su palabra era siempre respetada.
Compartimos numerosos trabajos y su dedicación, extremadamente detallista, lo hacía corregir, hasta el cansancio, los más mínimos escritos.
Pudimos acompañarlo también en su rol de papá, ya sea en la tribuna del autódromo con gorrita y su característico bolso (Juan Carlos, su hijo mayor, fue piloto automovilístico), o en los pasillos de algún teatro (Pablo, su otro hijo, actor y siempre vinculado a la actividad teatral), pero esta vez de traje y bolso.
No recuerdo haberlo visto de mal humor y jamás lo escuché levantar la voz.
No tuve la suerte de verlo como deportista, pero, a donde vamos, nos cuentan su excelencia como beisbolista.
Siempre le admiré también su gran capacidad para trabajar en equipo, incluso lo hemos charlado, vinculando esta virtud con su amor al deporte.
Con el tiempo, seguramente, nos vamos a dar cuenta de que se nos ha ido, quizá, el estudioso más importante de la colectividad japonesa en la Argentina.
Afortunadamente, gracias al esfuerzo de algunas instituciones, ha quedado impreso parte de sus investigaciones y estudios.
Queda en nosotros y en generaciones futuras el compromiso de poder transmitir y valorizar la obra que Sakihara san realizó.
En lo personal, agradecer por compartirnos sus historias, su generosidad, su calma, su respeto por el trabajo en equipo y, sobretodo, la bondad de trabajar hasta el cansancio, para enorgullecer y honrar la vida de los inmigrantes japoneses en el país.

E. M.