Como si fuese un cuento, en la prefectura de Hyogo hay un pueblo que, por la añoranza, la melancolía, y principalmente por la falta de población, se pobló de estas figuras.
Una mágica historia de cuentos se hace realidad en un pequeño pueblo llamado Okuharima, en la Ciudad de Himeji, en la prefectura de Hyogo. Okuharima Furusato Kakashi, su nombre en japonés, se traduce literalmente como pueblo natal de los espantapájaros de Okuharima. Este nombre fue elegido a partir de las conmovedoras caras y expresiones de los espantapájaros y la nostálgica apariencia de la aldea. La añoranza y la melancolía del pasado del pueblo, y las expresiones tiernas de los espantapájaros, le brindaron un fresco y nuevo despertar.
Fueron estos sentimientos y pensamientos los que inspiraron su nombre. “Gradualmente el campo de cultivo se extiende, y la figura nostálgica del pasado de las casas del pequeño pueblo, permanece. Esa desbordante nostalgia del pueblo de las montañas ha hecho subsistir al pueblo natal de los espantapájaros. El paisaje de la aldea de los espantapájaros, le hará curar el corazón”. Así podría traducirse el sentimiento, o como la melancolía y la nostalgia de un pueblo que tuvo una vida, una historia construida por sus habitantes, y que gradualmente fue trasformándose o perdiendo su luz, debido al fallecimiento de sus habitantes, o a la emigración de los jóvenes hacia las ciudades. La idea y el sentimiento que inspiraron a la creación de la mágica aldea de los espantapájaros surgió del señor Okaue Masato, en el año 2004, cuando se reunieron los pobladores en Higashiyayama, en la prefectura de Tokushima. En esos tiempos, él fue trasladado por trabajo a esa prefectura, y los días feriados aprovechaba para viajar por el interior. Miraba por la ventanilla del tren a los trabajadores del campo mientras reflexionaba sobre el proyecto de los espantapájaros. Por ese entonces, Okaue conoció a la señora Ayano Tsukimi, quien elaboraba artesanalmente espantapájaros en Nagoro, y entablaron una amistad. Luego de esto, Okaue invitó a los pobladores de Higashiyayama para que se unieran al trabajo voluntario para crear la aldea de los espantapájaros en Tokushima. En transcurso de este proceso, en el año 2008, Okaue fue trasladado por trabajo a Tottori, donde comenzó a crear artesanalmente estos muñequitos. Desde ese año hasta la actualidad, él ha creado espantapájaros para su tierra natal, Okuharima, y ha instalado otros en Tottori y Wakasa. De acuerdo a la interpretación de lo que Okaue quiso significar dándole vida a este proyecto, se podría inferir que él quiso representar el sentimiento que despierta furusato:” La permanencia del paisaje de la aldea de la montaña en su forma original, y los espantapájaros, provocarán en las personas un sentimiento de melancolía de la tierra natal, curando el corazón con felicidad”. Los espantapájaros, que ascienden a más de cien, representan a los antiguos pobladores del lugar, y cada uno tiene su historia reconstruida, es decir, fichas descriptivas, que detallan el nombre, edad, residencia, personalidad, estatura, peso, etcétera. Los mismos están ubicados como si estuvieran realizando tareas cotidianas de la vida rural. Así, se fue reconstruyendo el pasado, se pueden ver a algunos realizando la siembra en el medio del campo utilizando un azadón, en un banco conversando, una pareja de ancianitos esperando el colectivo, en la casa cociendo con una máquina de coser antigua, cerrando la puerta de un galpón, un niño en triciclo al costado de la banquina, un casamiento tradicional, empleados de una antigua empresa de ferrocarril, durmiendo la siesta en un banco por una jornada dura de trabajo de campo, dos amigos muy cercanos sentados en un banco, contemplando las flores, miembros de la brigada de la cuadrilla contra incendios compartiendo una charla y una botella de sake, celebrando el festival del día de la niña, disfrutando de la contemplación de la flor del cerezo, dos muñequitos llevando leña con un carro de madera, etcétera. Cada representación de una situación de la vida diaria está escenificada con elementos antiguos, y los muñequitos se integran a ese paisaje, despertando en quien los observa, ternura y una sensación de estar compartiendo cada una de las escenas. Además, los tiernos espantapájaros tienen niveles de popularidad, y compiten en un ranking que figura en la página Web del Furusato Kakashi Net, teniendo el primer puesto un espantapájaros que está sosteniendo la puerta de un galpón y, en segundo lugar, le sigue un niño con un triciclo ubicado en la banquina. La aldea de los espantapájaros desea rememorar tiempos que fueron, pero también presenta una realidad de los pequeños pueblos rurales que han quedado con poca población. Por eso, esta ilustración real de cuentos a través de los muñecos atrae la atención de los visitantes de otros lugares. Una manera cálida de acercarlos es convivir por un tiempo con una familia del lugar, ya que el mismo ofrece un programa de hospedaje, o cabañas cerca del lugar, en la Estación Verde de Shikagatsubo, en Yasutomi. También, dependiendo la temporada en que se lo visite, se pueden apreciar lo que brinda la aldea: flores de soba que también se utilizan para hacer los fideos, flores cosmos, glicinas, planta mamushi, flor del cerezo, flor del ciruelo, flor de la campanita, pimienta japonesa, begonia y nogal de Manchuria, entre otrs. La revitalización se refuerza por una red que han construido otros pueblos y ciudades donde hay espantapájaros: en Ciudad de Yasu, prefectura de Tottori; en la ciudad de Hatsukaichi, prefectura de Hiroshima; en Ibara, en la prefectura de Okayama; Takatori, ciudad de Tosa, prefectura de Kochi; Yasutomi, ciudad de Himeji, en la prefectura de Hyogo; Nagoro, en Miyoshi, prefectura de Tokushima. Esta red comparte información, noticias sobre eventos y más. También hay novedosas iniciativas donde están involucradas organizaciones de la sociedad civil -NPO en Hirakata, Osaka-, incluyéndose una universidad, la Universidad de Tottori, Misasa, y pequeñas tiendas comerciales. A su vez, hay algunas pequeñas iniciativas comerciales donde los mismos espantapájaros dan la acogida a los visitantes como la pintoresca panadería de Oda, en Ibaraki, Osaka; La tienda de especies de Yasutomi, cerca de Okurashima, en Hyogo; tienda de productos agrícolas de venta directa de Kioto. La tierna escenificación con los espantapájaros en las zonas rurales casi inhabitadas, y con abundante naturaleza transforma al lugar en un pintoresco paisaje, recuerda a sus habitantes, y trasmite la preciosa, delicada, y aniñada cultura japonesa como una manera de manifestar el cariño, y representa un homenaje a los pobladores.
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