Jueves, 02 de Octubre de 2014
“Todo tiene una vida”
Escrito por María Florencia Zaia   

El campo Mizujo, ubicado en Colonia Urquiza, en La Plata, es atendido por una familia, con la idea de brindar una atención personalizada y tratar de garantizar calidad.

Mizujo representa y simboliza al bienaventurado grano del arroz; a su abundancia y la prosperidad. La tierra de los arrozales. A su vez, cobra significado por el valor que una persona le otorga, principalmente, a través de sus vivencias. Así, rememorando la tierra  natal y el lugar de pertenencia, la zona de los arrozales, Niigata, la niñez, y el nombre del colegio, le fueron dando vida, y proyección a Mizujo -campo libre-. Sin querer, estas vivencias podrían sintetizar la concreción de una historia de vida de una familia y también trasmitir valores asociados, casualmente, con la naturaleza, y la educación.

De esta forma, Mizujo se fue llenando de significado y cobró vida. Desde el padre, como floricultor y horticultor, hasta sus hijas, quienes se especializaron en estudios relacionados con este micro emprendimiento productivo. Definir qué es Mizujo es describir y mostrar lo que cada uno de los miembros de la familia aprendió a hacer, y sintetizar un proyecto que, de a poco, fue construyéndose.
Físicamente, el espacio está constituido por un jardín japonés, una pequeña granja con animales, un vivero, una verdulería y un comedor. Estos sectores cobran vida y son atendidos por los miembros de la familia. El padre se ocupa de los cultivos; una de sus hijas atiende el vivero, y su marido está en el restaurante; otra de sus hijas se encuentra también en el comedor, es decir, toda la familia, mediante una constante relación humana, se encarga de brindar calidad y servicio en la atención al cliente.
En tal sentido, existen ciertas ventajas de que la familia participe activamente de Mizujo, así lo describió una de sus hijas. “Al participar, cada miembro de la familia se asegura de que cada sector esté bien controlado. Tercerizar podría significar tener responsabilidades asociadas con que las cosas no siempre salgan como uno quiere, en cambio, siendo de la misma familia, por lógica, esto no sucede”.
La familia  prefiere confiar en la responsabilidad de brindar una atención personalizada, y trata de garantizar la calidad, y requerimientos fito sanitarios, en cuanto lo que se produce y comercializa. Además, dentro de estos roles, se tiene en cuenta el aspecto educativo. Así, cada sector tiene sus responsabilidades particulares, por ejemplo, en la verdulería se ofrecen los productos que ellos cultivan, siendo alguno de estos exóticos, y dentro de estas funciones está la de explicarle al visitante cómo se cultiva, cómo se cocina, etcétera; en el comedor también se tiene la responsabilidad de velar por la comida que se sirve. Sumado a estos aspectos, hay otro por el cual ellos participan directamente de Mizujo, y es el de que no hay intermediarios, sino que son ellos los que producen y comercializan. Esto le da más garantía a la gente. En tal sentido, una de sus hijas explica: “Por ejemplo, nosotros, acá, en el vivero, le explicamos a la gente qué tipo de planta es, los cuidados que se tienen que tener, qué hábitat necesita, etcétera”.
Esta característica de una atención cuidada y personalizada los ha identificado desde sus inicios, por eso, cuando el predio se suele llenar de gente, esto es un inconveniente en sí, porque, como la señora, aclara “nosotros no podemos dar más de lo que estamos ofreciendo”. Además, siendo un emprendimiento familiar, el espíritu no es en sí que se publicite y se llene de gente, sino que es mostrar lo que ellos hacen, y brindar una atención cuidada, y de calidad, y esta ha sido la idea desde su creación, a mediados de la década de los noventa.
Este precioso micro emprendimiento tiene ya 18 años, y la gente que ha ido desde el principio sigue yendo, incluso hay gente que suele ir todas las semanas. En tal sentido, se podría inferir que hay varios “tipos de público”: los que van a pasear, y los que siguen estando muy interesados en los productos que ellos cultivan. La señora comentó que la gente que realmente está interesada en lo que ellos hacen suelen ir los días de lluvia, y la gente que va sólo a pasear suele ir los días lindos. En cuanto a qué porcentaje de los miembros de la colectividad japonesa los visita, la señora aclaró que podría ser un 20 por ciento que va específicamente a buscar las verduras, y un 2 por ciento de la misma los visita por la granja y el paseo en sí; el resto de los visitantes no son de la colectividad, y suelen ser de la zona, y también gente de Ezeiza, Quilmes, Avellaneda, Buenos Aires, entre otros.
Mizujo lleva un espíritu japonés, el mismo se puede ver en el lugar, es decir, en la ambientación se percibe lo que se quiere transmitir sobre la estética japonesa. El diseño del parque representa a un pequeño jardín Zen, donde todos los elementos están ubicados en armonía con la naturaleza.
Tanto físicamente como a nivel humano, Mizujo transmite las tradiciones japonesas, y también trata de promover ciertos valores. Con relación a este aspecto, la señora destacó, principalmente, dejarle al visitante una reflexión educativa. “Que no se pierda el origen de las cosas. Principalmente, hoy en día, donde todo es muy tecnológico, y se utiliza mucho la computadora. Nosotros, aquí, no usamos tecnología, no tenemos computadora, no usamos pantalla gigante”.
Casualmente, un ejemplo relacionado con esto estuvo representado por el día del niño, y en torno a difundir un mayor contacto de ellos con la naturaleza y el entendimiento del origen de las cosas, y el cuidado que hay que brindarle.  Mizujo organizó una actividad donde se regalaban conejos y cabras, el que lo ganaba se lo llevaba a su casa, y al niño que no se podía llevar el animalito, se le daba un pasaporte para que la familia se haga cargo de mismo, y lo vaya a visitar a la granja. Los chicos, cuando van a Mizujo, de alguna manera recuperan el espíritu inocente. Con relación a esta reflexión, la señora destaca: “Los chicos, cuando vienen a la granja, recuperan de alguna manera la inocencia. A veces, los chicos que vienen acá vuelven un poquito a vivenciar lo mismo que cuando nosotros éramos chicos, y es lo que les falta a ellos hoy en día. Porque a veces, se ven a los chicos muy agresivos frente a un animalito, y esto puede ser precisamente porque no tienen contacto, o no entienden que es un ser vivo”.
En relación a los valores y qué se podría rescatar de la naturaleza, la señora resalta: “Hoy en día no esto apretar un botón, y que salga las cosas. Se debe entender cómo una planta toma su esfuerzo para crecer, etcétera. En una computadora uno aprieta un botón e inmediatamente sale la imagen de la flor, pero no saben cómo es la semilla, cómo esa planta creció, o sea, el valor de que todo tiene una vida”.
En definitiva, vivir con la naturaleza promueve ciertos valores que hoy en día se han perdido, y que serían importantes tratar de recuperar. El contacto de los niños con la naturaleza, algo que antiguamente y en algunos lugares y entre algunas familias era algo muy natural, hoy se encuentra opacado por la modernidad, la tecnología, y la vida cotidiana.

 

Ubicación

El campo Mizujo se encuentra en Colonia Urquiza, en La Plata. Para mayor información: (0221) 491-4357 o (0221) 491-4230. Abierto sábados, domingos y feriados, exceptuando el 25 de diciembre y 1º de enero. Horario: de 10 a 18 hs.