Viernes, 08 de Agosto de 2014
Estar en el detalle
Escrito por Por María Florencia Zaia   

En los augurios de Tanabata, festividad de las estrellas, según cuenta la leyenda, la princesa y el pastor se podían  encontrar todos los días siete de cada mes siete, una vez al año, siempre y cuando no lloviese y, quizá por eso, la lluvia se adelantó un día e incomodó un poco, pero no impidió la celebración de la típica Kermese de invierno que organiza la Asociación Japonesa Burzaco.

Desde 1973 se viene celebrando esta Kermese que, en sus comienzos, se organizaba una vez al año. Gracias a las donaciones que hacían sus socios, de plantas, hortalizas y otros artículos, más lo recaudado, servía para solventar los costos de la institución, según lo explicó el actual presidente de la asociación, Mario Kaneshi.

Desde aquel entonces, hasta nuestros días, la misma fue cambiando, y se convirtió en “una verdadera feria artesanal”, tal como lo denominó su presidente, “porque la elaboración de comidas, y después todo lo referente a bijouterie, y el cultivo de plantas, se hace de manera artesanal, no se emplean elementos de la modernización”.
En cuanto a la organización, Kaneshi resaltó que la comisión directiva es sólo la cara visible de la institución, y que detrás de la Kermese están trabajando cientos de hombres y mujeres, un anonimato muy característico como cualidad de la cultura japonesa, donde el espíritu grupal no deja resaltar quién lo hizo, sino que todos lo hacemos lo mejor posible, sin preguntar el nombre del autor.
El objetivo de la Kermese es para recaudar fondos, y se utilizarán en los gastos fijos que poseen el club y el colegio de idioma japonés.
En cuanto a la concurrencia, el presidente dijo: “Nosotros nos damos cuenta con la venta de las rifas, y el 70 por ciento la compra la gente que no es de la colectividad. La colectividad japonesa, en realidad, es chica, entonces tratamos de ubicar las rifas afuera. Y la gente responde muy bien, porque sabe que es una cosa seria. Lo hacemos con escribano, bolillero, y el auto se va”. La cantidad de personas que asisten es de alrededor de 6000 a 7000.
Continuando con la explicación de cómo es la organización, Kaneshi detalla que para ese evento trabajan en conjunto el colegio y el club, y la recaudación también se reparte igualitariamente. En la preparación está la comisión directiva, las madres del colegio, y la comisión de damas; en total serían unas 60 familias trabajando. Por ejemplo, las madres del colegio tienen unas 15 personas que forman el cuerpo directivo, y 40 personas colaborando detrás de ellas. A su vez, la comisión de damas tiene un cuerpo directivo de alrededor de unas 15 a 20 personas, pero unas 100 trabajando a la par. No sólo en ese comentario explicativo brindado por su presidente, sino también por cómo se ve la dinámica organizativa antes y durante el mismo, esta dinámica no se construye unos meses antes de la kermese, sino que lleva años de funcionar de una determinada manera, y bajo ciertas normas y características. Las características podrían ser: el trabajo sincronizado en equipo, grado semejante de compromiso, responsabilidad y confianza, y siempre dando lo mejor, como slogan del espíritu que guía estas actividades.
“Siempre dando lo mejor”, esta frase se puede ilustrar con un ejemplo: durante la kermese, se pudo comer udon casero, en el que se podía ver, al detalle, lo siguiente: elaboración casera, con la intervención de muchas manos, trabajo y tiempo y, detalle no menor, tenía de todo. El detalle es otro de las cualidades heredadas por los antepasados, por eso, las cosas suelen construirse no sobre la improvisación, sino sobre algo muy pensando, y trabajado, con esfuerzo y dedicación.
En cuanto a los stands, se eligen por antigüedad. Se pudieron ver productos relacionados con la cultura y tradición japonesa, como criollos. De la cultura japonesa hubo stands de comidas típicas, adornos, plantas y flores, ropa, etcétera. 
En cuanto a porqué la gente se acerca a esta kermese, el presidente dijo que la gente quiere ver algo distinto y, además,   resaltó que ellos hacen mucha publicidad por la zona. Además, el evento cuenta con la colaboración del municipio para ordenar el tránsito. Entonces, está organizado teniendo en cuenta la seguridad de las personas que asisten. Los puestos de comida, en su mayoría, son de la asociación: yakitori, udon, harumaki, empanadas, dulces varios, choripán, hamburguesas, etcétera. Los demás, de artesanías, en su mayoría, y también hortalizas y plantas, son stands alquilados. Además, tratan de que no se repitan los puestos. En cuanto a la variedad, antes los puestos eran todos de la colectividad, pero ahora se han abierto un poco más.

Los puestos
Otro integrante de la comisión directiva acompañó a charlar un poco con las personas que atendían en algunos stands.  Así, nos acercamos al delicado y bonito espacio de plantas y flores atendido por el señor José Sano. “Este stand se hace con la colaboración de los socios productores que colaboran con plantas –cuenta-. Son entre 20 y 25 socios que colaboran. Esta colaboración es para beneficio de la institución. En cuanto a la gente que se acerca, ya hay una clientela fija todos los años. La gente ya sabe que hay buenos precios, calidad, y los productos vienen directo de los productores a los consumidores, es decir, no hay intermediarios. Hay muchas personas que vienen exclusivamente para comprar plantas”.
Otro puesto, el de Yakitori, una de las mamás que coordinaba a un grupo en uno de los turnos a cubrir, fue la señora  Alejandra Hamasaki de Kohatsu. Ella explicó que entró hace dos años a la familia de gakko (escuela de japonés) y pertenece a la comisión de madres del colegio, quienes se organizan desde principios de año en grupos para cocinarles a los chicos y, a su vez, para participar de estas actividades. En esta Kermese, ella explicó su función: “Los días previos, hay un grupo que viene a la mañana y otro grupo que viene a la tarde. Las señoras que vienen a la mañana preparan, por ejemplo, los ingredientes que lleva el yakitori. Ayer había un grupo que vino desde las nueve de la noche hasta las dos de la mañana. Entonces, hoy por la mañana vinimos temprano a cortar la cebolla, etcétera. Nosotras nos encargamos de yakitori y, por ejemplo, los papás se encargan de las parrillas. Nos organizamos por grupo. Yo, por ejemplo, tengo un grupo de cinco mamás que estamos en un turno de las 2.30 a las 16.30 para estar en el sector de los yakitori, antes hubo otro grupo, y antes, otro”.
Otro stand de comidas es el de empanadas, pastelitos y tortas. Hablamos con la señora Miki Kaihara y Teko Tsuyama. Ellas también pertenecen al grupo de la comisión de madres, quienes explicaron que suelen hacer todo un día anterior, por ejemplo. “Los rellenos de las empanadas se hacen en cada una de las casas de las mamás –explica la señora Kaihara-. Hay una receta que ya es fija, que tiene todos los instructivos, de dejar enfriar el relleno, etcétera; las tortas son donaciones, también hechas caseras, hechas en casa, y llevamos todo en el día. Después vendemos y recaudamos fondos para el colegio”.
En este tipo de eventos se puede percibir una esencia donde prima el sincronizado trabajo en equipo, la responsabilidad, el respeto, la confianza, la seriedad, la amistad, el compañerismo, el esfuerzo, en definitiva, valores que se convierten en actividades virtuosas, y las mismas puede ser vistas el día del evento, y esas no son un detalle menor, sino que se convierten en el detalle.