Masuyama sensei fue nuestro primer sensei de japonés en Burzaco, luego de la segunda guerra mundial. La enseñanza oficial del idioma japonés fue interrumpida por los organismos nacionales durante el período de la guerra. Se enseñaba el idioma japonés en casas particulares, por la actitud y voluntad de los sensei que se prestaban a ello. Luego, cuando ya la prohibición había finalizado, al principio de la década del 50, los padres de los chicos en edad escolar primaria vieron nuevamente la oportunidad de reabrir una escuela en la zona de la ciudad de Burzaco. Ya con años de experiencia, vieron que esto no tendría sustento en el tiempo sino estuviera apoyado con alguna institución que los cobijara. Así se fundó el Club Japonés de Burzaco, con personería jurídica, dentro del cual se recomenzó con la enseñanza del idioma japonés y las actividades culturales propias de la colectividad japonesa.
En 1952, hace hoy más de 60 años, se abrió la academia, con aproximadamente 35 chicos, hijos de colonos de la zona de Burzaco y Ministro Rivadavia. Su primer maestro fue Masuyama Iwao Sensei, recientemente fallecido. Dejó excelentes huellas de enseñanza en nuestros conocimientos y sentimientos agradables en nuestros corazones. En varias oportunidades organizamos reencuentros donde era el invitado especial, siempre llenos de recuerdos. En ese primer año, 1952, cuatro de los alumnos egresaron de Burzaco Nihongo Gakuen, al cumplir su ciclo en la escuela primaria Argentina. Otros 30 alumnos más fueron sus discípulos, durante esos tres años que estuvo al frente de la enseñanza en Burzaco. Se impartía en el mismo lugar donde hoy está situado la sede de la Asociación Japonesa Burzaco, completamente transformado en su infraestructura. El inmueble original perteneció a la escuela provincial número 13 del partido de Almirante Brown. Se trataba de un viejo edificio con anchas paredes de ladrillos y polvo de ladrillos, con cuatro salitas de distintos tamaños, cocina y baño, todos con salida a un amplio patio, como se solía construir las viviendas a principios del siglo 20. Allí vivió durante su enseñanza Masuyama Sensei, dando sus clases en los salones contiguos. Dos veces a la semana, tres horas al día, por la mañana y/ o por la tarde, en forma grupal, y luego los sábados, todo el día entero, para todos. El sábado era el día más alegre de la semana para mucho de nosotros. Medio día de estudio por la mañana y luego, por la tarde, actividades recreativas (canto, baile, fútbol, beisbol y juegos). En verano, enero y febrero, rinkangakko a Kyowaen a prepararnos para el undokai (atletismo y ejercicios físicos) anual. Lo de alegre era también porque los sábados nos juntábamos todos y disfrutábamos de la comida que preparaban nuestras madres al medio día. Quien no disfrutó de una croqueta de papa con carne picada (korokke) o de alguna milanesa: qué rico era todo; gaseosas como ahora, no existían, solo agua y de pozo. Qué rica era, sin lavandina. En invierno nos tocaba practicar uta; el sensei, con su trompeta; odori, geki (canto, bailes, teatro), etcétera, para el gakugeikai que, para nosotros, era una cosa muy especial. Le poníamos empeño y dedicación. Hablando del sensei. Se trataba de una persona amable, pero rígida, quien no permitía que durante las clases se interrumpiera por charlar o hacer algo no permitido. Quien no recibió un reto o un pequeño genkotsu, un chirlo, como decían antes, hoy no permitido; pero esos límites nos dejó marcado en nuestra infancia y eso si se lo estamos reconociendo y agradeciendo. En Ministro Rivadavia, Burzaco, también enseñó Masuyama sensei. Las mismas se dictaban en la casa de la familia de don Seirio Nashiro (Luisa, Jorge, Rosa y Alberto) dos veces a la semana en doble turno. E s así que me contaron que, al medio día, el sensei también participaba de la comida junto a la familia Nashiro y podía disfrutar de un rico almuerzo, a diferencia de una comida preparada por él mismo mientras era soltero. Para la ida y vuelta de los sábados, los padres de los alumnos de Ministro Rivadavia (Burzaco) se turnaban para llevar e ir a buscar a los chicos en los camiones o camionetas. Recuerdo que en una oportunidad varios de ellos se fueron a su casa corriendo, como si fuera una maratón, casi cinco kilómetros o más… Además, allí estudiaron los Yamauchi (Aida, Alberto y Carlos), los Yamasato (José y Lidia). Fueron casi tres años, allá por el 1952-54. Otro grupo más joven era el de Kacho, Masako, Mirta, Bon y otros. Kacho, ya con anteojos, era el estudioso del grupo, apegado al nihongo. El resto, acompañaba. El fallecimiento de sensei nos lleva a recordar tiempos pasados, que si bien económicamente no eran tan generosos como en el día de hoy, nos dejó un gran legado de laboriosidad, honestidad, compañerismo y apego a las reglas, muchas veces hoy perdidas. Esto es solo unas pequeñas anécdotas de nuestro paso por el Nihongo Gakko de Burzaco bajo la enseñanza de Masuyama sensei. Ojalá que esto permita que más personas lo recuerden. Todo tiempo pasado fue mejor, dice el dicho. Hoy lo recordamos con mucho cariño. Masuyama Sensei: Arigatou Gozaimasu.
Burzaco, enero de 2014 Vicente Nakama y colaboradores ( Yoshiko Yamanaka, Shinko Fushimi, Takeshi Nakama, Jorge Nashiro, Luis Yamanaka).
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