Martes, 18 de Junio de 2013
El Basho contemporáneo

Hace unos días se supo que un japonés recorre el mundo a pie desde el 2009. En el 2004, otro compatriota realizó un viaje atravesando verticalmente el continente sudamericano. Ambos fueron por las rutas, tirando de sus carritos.

La noticia, pintoresca, se expandió por el mundo. Un japonés llegó a Shanghái el domingo 9 de junio, completando un recorrido de 40.000 kilómetros a pie que lo ha conducido a casi todo el mundo.
Masahito Yoshida, de 32 años, inició su viaje en la citada ciudad china el primer día del 2009. Llevaba un carrito de dos ruedas en el que transporta su escaso equipaje, que incluye un saco de dormir, según indicó Tokyo Times.
Durante un año y ocho meses, recorrió 16.000 kilómetros desde Asia hasta Portugal. Luego voló a la costa de Estados Unidos, donde inició una nueva caminata de 6000 kilómetros desde Nueva Jersey. En octubre de 2011 llegó a Vancouver, en Canadá.

Más adelante, empleó ocho meses en recorrer a pie 5000 kilómetros de territorio australiano. En Canadá y Australia realizó trabajos de medio tiempo para cubrir sus necesidades básicas. En Vietnam, tuvo problemas cardiacos. Sin embargo, eso no impidió que siguiera caminando.
Pese a arribar al sitio del que partió, Yoshida aún no culmina su viaje. Tiene previsto caminar otros 500 kilómetros en Taiwán antes de retornar a Japón, en agosto.
De seguro que Yoshida no ha sido el primero en emprender semejante travesía. Por ejemplo, hace unos nueve años, otro japonés inició un viaje similar, aunque por Sudamérica.
La foto que lo retrataba con su carrito, similar al de Yoshida, y su gorro, lo asemejaban a un “cartonero”. Era el 2004, su nombre, Tadashi Nagae, quien residía en Osaka, aunque cierto día se lo retrató caminando por la ruta provincial Nº 3 de Río Negro, al sur de la ciudad de San Antonio Oeste. Tiraba de su carrito en el que cargaba su equipaje.
¿Qué hacía en medio de la ruta? Lo mismo pensó el señor Yoo, un taiwanés que vivía en el barrio de Boedo, en la ciudad de Buenos Aires.
El 23 de enero del 2004, Yoo y sus compañeros viajaban en coche por la ruta provincial Nº 3 rumbo a Puerto Madryn, cuando vieron a este personaje. En un primer momento, el señor Yoo lo vio, pero siguió de largo. Dos días después, camino al sur, Yoo y sus compañeros volvieron a cruzar a este hombre que tiraba del carrito. Esta vez se percataron de que se trataba de una persona con fisonomía oriental. Al no poder contener la curiosidad, frenaron.
Con una remera de mangas cortas blanca y una gorra de combate para protegerse del sol, este japonés de mediana edad, y con la cara tostada, no parecía un aventurero común y corriente. Al parecer había sido un asalariado que trabajaba en una empresa cualquiera. Pero mejor escuchar la conversación que entabló Yoo con este personaje.
-    ¿Es usted japonés? –le preguntó el señor Yoo.
-    Sí, soy japonés.
-    ¿De dónde viene?
-    Partí de Japón rumbo a Venezuela, atravesé Brasil, Bolivia y, finalmente, llegué a la Argentina.
-    ¿A dónde se dirige?
-    Al extremo sur del continente americano, a la ciudad de Ushuhaia, capital de Tierra del Fuego –le dijo Nagae, tal y como se reproduce, como si él se hubiese aprendido de memoria el orden luego de haberlo leído en algún manual de geografía.
-    ¿De qué parte de Japón es? -le preguntó Yoo-. ¿Cuál es su profesión?
-    Soy residente de la ciudad de Osaka. Soy ingeniero mecánico.
-    ¿Tiene familia? ¿Qué edad tiene?
-    Sí, tengo una esposa y dos hijos -le dijo-. Tengo 47 años.
-    Su familia estará preocupada.
-    Puede ser.
-    ¿Cuándo salió de Japón?
-    Dejé Japón en junio pasado (2003) para ir a Venezuela. El 24 de junio partí a Caracas. Estoy intentando viajar a pie con mi carrito, un viaje vertical desde el norte hasta el sur del continente sudamericano.
-    ¿Cuánto tiempo necesita?
-    Aproximadamente unos nueve meses.
-    ¿Cuánto camina por día?
-    Si el camino es chato, más o menos unos 50 kilómetros. Si el camino es más dificultoso, unos 30 o 40 kilómetros.
-    ¿Qué cosas lleva en su carrito?
-    Comestibles, bebidas, ropas, diarios y una cámara. La comida principal es arroz. También masitas japonesas, pero la mayoría de las cosas las adquiero en el camino.
-    ¿El carrito es de fabricación japonesa?
-    Sí.
-    ¿Puedo probar?
-    ¡Cómo no!
-    ¡Caramba! ¡Es muy pesado! ¡¿Cómo es que usted camina con esto?!
-    No es tanto, hay manera de llevarlo.
-    Pero… ¡qué trabajo debe ser viajar a pie con este carrito tan pesado!
-    No es tanto como ustedes se imaginan. Como recuerdo, ¿puedo pedir que me firmen este libro?
-    Con mucho gusto -dijo Yoo-. El libro es firmado por él y sus compañeros.
-    Gracias -le dice Nagase, y le anota a Yoo su nombre, apellido y su domicilio en Japón.
-    ¿Qué piensa hacer después de terminado el viaje?
-    En cuanto al carrito, pienso enviarlo a Japón, pero si el trámite es engorroso, podría regalarlo a la gente de Usuhaia.
Nagase convida con manju (las masitas). Al momento de la despedida, el señor Yoo y sus compañeros le dicen que siga su viaje con mucho cuidado y le desean volverse a encontrar en Buenos Aires.

 

Hoy no es tan extraño enterarse de viajeros que recorren verticalmente u horizontalmente el continente sudamericano u otros, sea en bicicleta, en moto o caminando. La diferencia es que la mayoría de estos viajeros son jóvenes. En el caso del señor Nagase, y, quizá, en el de Yoshida, viajar a pie tirando de un carrito es algo insólito, más aún teniendo en cuenta sus edades.
¿Qué es lo que motivó a Nagase a un viaje tan penoso? Él no dijo su motivo. Tampoco se lo preguntaron. Actualmente en Japón, la gente, acosada por su trabajo, no tiene tiempo para mirarse a sí mismo y reflexionar.
¿Acaso uno a veces no necesita estar alejado de este mundo lleno de conflictos y bullicio? ¿Acaso el señor Nagase no es alguien que le hizo caso a sus necesidades? Todos quieren evitar la soledad, pero también hay momentos en los que se la busca.
En 1689, un poeta que utilizaba el seudónimo de Matsuo Basho inició un viaje por el norte de Japón. Caminó por lugares difíciles y poco transitados. Tenía 45 años y la excursión duró dos años y medio. A veces caminaba solo; otras, acompañado. Fue una peregrinación espiritual que, luego, se transformó en un diario de viaje, de poesía haiku, conocido como Oku no Hosomichi (Sendas de Oku).
El señor Tadashi, de quien no tuvimos más noticias, puede ser considerado un Basho contemporáneo que, solitariamente, tirando de su carrito, está tras la búsqueda del significado de la vida.

N de R: Buscando por Internet, aparece que Nagase ganó el premio Naomi Uemura Aventura, entregado a las personas aventureras. Más aún, se filmó un documental, Cart Man´s Great Adventure (“El hombre de carreta”). Es que después de 30 años y 43.000 kilómetros “de encuentros sorprendentes con los animales peligrosos, las culturas extrañas y obstáculos que parecen imposibles, se ha cumplido esta meta de toda la vida”, un drama humano.