Viernes, 25 de Enero de 2013
Kawanabe
Escrito por Federico Maehama   

Hay un libro “finito”, de pocas páginas, de tapa roja. Kawanabe, se titula, igual que el nombre de un pueblo y de una antigua ciudad de Kagoshima, que ahora se llama Minamikyushu (el pueblo sigue siendo Kawanabe). El libro es una novela editada a mediados del 2012 en la Argentina. Quien la ha escrito, dice: “En el momento en que uno escribe no sabe por qué escribe. Hay muchas cosas que son ficción, muchas que son reales, y, después, descubrís que escribís algo sobre tus orígenes”.

Todo en la novela es un relato de búsqueda de identidad y origen: Kawanabe, por un lado, era el pueblo del abuelo de María Claudia Otsubo, la autora de la novela; por el otro, Kawanabe es recuperar algo de su padre. 
“El relato se originó a partir de otro cuento mío, «Los ritos», donde participo de la ceremonia del velorio del hermano de mi abuelo -cuenta Otsubo, quien además ha publicado dos libros de cuentos-. Esto habrá sido hace 15 años. A mi abuelo no lo conocí, no tenía ningún vínculo con ellos, pero fui porque me entero y me emociona muchísimo la ceremonia. Ahí descubro esta cuestión de que yo pertenezco a acá, pero no pertenezco. Yo había ido con mi abuela, que es occidental, casada con mi abuelo japonés. Después empiezo a tener relatos sueltos sobre cuestiones japonesas, y estuve cinco años escribiendo Kawanabe. Es un relato de viaje, de búsqueda, de origen. No sé qué sucede. Vos tenés rasgos japoneses; uno, cuando nace en otro país con rasgos que no son del país… debe ser muy fuerte, te debe provocar un simbronazo, porque sos diferente. A mí eso me pasaba por el apellido, pero no por mis rasgos. Más allá de que había una búsqueda de origen, también hay un recuperar algo de mi padre, que murió hace 20 años, aunque el japonés no era mi papá, sino mi abuelo. Mi papá tenía rasgos, pero no tantos”.
- Durante la lectura me pareció que había cierta necesidad de cerrar una historia, la de la protagonista y su padre.
- Es así.
- Como una necesidad de no tener cuentas pendientes…
- Yo creo que, a veces, uno hace esos recorridos para cerrar cosas.
- Se dice que los viajes transforman.
- Totalmente: no volvés igual de un viaje. La persona que nace aquí, con ascendencia japonesa, y va a Japón, no vuelve igual; algo le cambia la mirada, conoce sus raíces. Yo experimenté eso.
- ¿Cómo era su abuelo?
- No lo conocí. Cuando nací, él ya había muerto.
- ¿Alguna vez preguntó por el origen de su apellido?
- No, porque mi papá no hablaba nada de sus orígenes. Debe haber sufrido mucho, porque mi abuelo, cuando le fue bien económicamente, porque abrió una de las primeras tintorerías con máquinas y todo, fue a buscar a sus hermanos (a Japón). Estuvo casi un año afuera. Y después, cuando volvió, había competencia y ya no era tan fácil. Además, tuvo un accidente en un tranvía y perdió una pierna y se deprimió y no levantó más. Era muy alto, diferente por ser japonés. Cuando él llegó no había ni asociación ni comunidad ni nada. Masaru Otsubo, hermano de mi abuelo, llegó con 18 años adoptado por mi abuelo, Kiyoshi Otsubo. Mi abuelo habrá llegado en el veintipico.
- Pero seguro que la gente le preguntaba por el origen de su apellido.
- Como no tengo rasgos japoneses, me preguntan si es de las Islas Canarias. A veces me preguntan si hablo japonés o si fui a Japón, pero recién a esta altura pude armar mis orígenes, mi identidad. Y encontré esta manera (a través de la escritura), y, a partir de esto, comenzó a aparecer lo real de la historia. A través de un relato de ficción pude armar el relato real, que no está ahí (en la novela). Aparece gente de la colectividad, gente de la familia, y, en paralelo, armo el relato real. La ficción ayuda a ver la historia de mi abuelo. Pudimos construir cómo fue, porque su historia había sido muy nebulosa, misteriosa. ¿Por qué no antes? Porque hay momentos para todas las cosas.
- En la charla de presentación del libro (en noviembre) reveló que la historia, en realidad, estaba inspirada en su abuelo. Y la protagonista va a cerrar la historia del padre; usted también, en lo personal, cierra otra.
- Ella (el personaje ficticio) descubre que, del padre, hay una carta, que tampoco la escribió el padre, y que tampoco está dirigida a ella: está dirigida a otra mujer, y me pareció que esta historia trae otra historia que es la real, que a mi se me cierra cuando termino Kawanabe, que es sobre la identidad.

Para contactarse con la autora: http://www.facebook.com/pages/Kawanabe