Las asociaciones que han sido creadas en la época de consolidación de nuestra colectividad se fundaron, principalmente, para el fortalecimiento de los lazos de amistad entre sus miembros, además de celebrar reuniones y prestar ayuda en casos especiales. Ese era el objetivo de los Kenjin Kai y, dentro de los okinawenses, de los Shicho Sonjin Kai. Algunas asociaciones, sin embargo, tienen un origen particular. Por ejemplo, en el caso de la creación de la Asociación Japonesa Seibu su fundación fue impulsada por jóvenes que practicaban béisbol. El grupo estaba formado por jóvenes issei -tal vez recién llegados- y nisei. Desde antes de la guerra, el béisbol era un deporte favorito en Japón y, aquí, los jóvenes inmigrantes japoneses practicaban ese juego. En la década de 1930, la colectividad japonesa ya tenía su propio equipo, el cual era conducido por quien introdujo el Judo a la Argentina: Yoshio Ogata. El equipo japonés competía con equipos de alguna empresa inglesa.
Durante los festejos por los 60 años de la Asociación Japonesa Seibu, el cónsul japonés en la Argentina, Toshiyuki Naganuma, se permitió comentar que, en su época de estudiante, jugaba yakkyu (béisbol), por lo que siente una especial simpatía por este club. Y agregó que ya se ha producido un cambio generacional y, hoy, es tiempo de sansei y yonsei, quienes, junto a los argentinos “no descendientes de japoneses”, practican deportes y disciplinas de la cultura japonesa. Realmente la actividad de esta asociación -resaltó- puede ser un modelo para otras agrupaciones de nuestra colectividad. Otra autoridad, Hiroyuki Takeda, representante de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), expresó que Seibu ha adquirido desarrollo tanto como un lugar para la práctica de deportes como en actividades vinculadas a la difusión de la cultura japonesa, en las que participan jóvenes no nikkei, lo cual permite el fortalecimiento de las relaciones entre la Argentina y Japón. En el mismo tono, el presidente de la Federción de Asociaciones Nikkei en la Argentina (FANA), Seibun Komesu, remarcó que la particularidad de los inmigrantes japoneses consistía en la enseñanza del idioma a sus descendientes. Generalmente -dijo-, fundaban una asociación para apoyar el funcionamiento de las escuelas de nihongo. A pesar de eso, hoy la colectividad está afrontando un cambio generacional y el objetivo de las asociaciones consiste en difundir la cultura japonesa a la sociedad argentina. El presidente del club, Akio Matsuya, cuando exponía las palabras de gratitud y de reconocimiento hacía los fundadores, parecía poner especial énfasis en el nombre de Eduardo Doi y en el de su esposa Beba, recientemente fallecida. Habrá sido grande el esfuerzo aportado por el matrimonio para el desarrollo de la asociación. Y, a propósito, se ha escuchado, más de una vez, cuestionar cuáles son las ventajas que una asociación otorga a sus socios. Se dice que el hombre individualmente es débil y tiene la necesidad de agruparse. A un asociado, actualmente, quizá pueda no darle ninguna utilidad, pero, en el futuro, otro asociado puede resultar beneficiado por el esfuerzo aportado por sus predecesores. La solidaridad y la generosidad son las virtudes que mantienen las asociaciones. Y esa fue una de las impresiones que uno se pudo llevar al conocer a la Asociación Japonesa Seibu. Sin dudas, los socios de una asociación son como las aguas de un río: constantemente se van renovando, por lo que, naturalmente, los objetivos de cualquier entidad no son perpetuas. Ya está caduca la causa eficiente que motivó la formación de muchas de las asociaciones de la colectividad japonesa. Los objetivos se van transformado y, a nuestro juicio, la Asociacióm Japonesa Seibu, junto a otras instituciones, están desarrollando actividades de acuerdo a las necesidades de sus socios. El esfuerzo que cada asociado aporta a su club está basado en el espíritu solidario y en la generosidad.
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