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Martes, 05 de Junio de 2012
“Por qué Japón no invierte en infraestructura en Argentina”

“Por qué Japón no invierte en infraestructura en Argentina” es el título de un artículo publicado en Mendoza online, el cual, en realidad, toma como modelo otro artículo publicado en El País, de España, y en el que se subraya el por qué Japón no invierte en Latinoamérica.
Luego de señalar que el país asiático es la tercera potencia mundial, detrás de China, se hace hincapié en que, a diferencia de ésta, los japoneses no tienen entre sus prioridades a Latinoamérica, más allá de los foros de cooperación con los países del Pacífico.
“Japón exportó en los primeros 11 meses del año pasado el 56,1 por ciento de sus productos al resto del Asia oriental. El 15,1 por ciento fue a Estados Unidos; el 13,4 por ciento, a Europa y el 5,5 por ciento a Latinoamérica, que constituye, por tanto, el cuarto bloque en importancia.

“En cuanto a su abastecimiento, esta potencia asiática carente de recursos naturales y muy proteccionista en alimentos como el arroz compra el 44,7 por ciento de sus importaciones en el resto del Asia oriental, el 18,6 por ciento en Medio Oriente (sobre todo, petróleo), 10,8 por ciento en Europa, el 8,8 por ciento en Estados Unidos, el 7,2 por ciento en Oceanía y solo el 4,1 por ciento en Latinoamérica. Sin embargo, la balanza comercial bilateral entre Japón y Latinoamérica favorece al subcontinente, con 6.128 millones de dólares a su favor. Ese saldo azul se construye gracias a unos pocos países que proveen al país insular de minerales y otros productos, como Chile (6.983 millones de superávit), Brasil (6.002 millones) y Perú (1.354 millones). También Argentina y Uruguay registran balanzas positivas con Japón.
El resto de los países latinoamericanos mantienen un déficit. Los principales rojos provienen de Panamá (13.763 millones) y México (5.693 millones). Japón es uno de los principales interesados en la ampliación del canal de Panamá y está apoyando la obra”.
El artículo asegura que las exportaciones japonesas a Latinoamérica aumentaron en 11 meses de 2011 solo 1,3 por ciento. Los envíos latinoamericanos a Japón, un 26,1 por ciento.
“La inversión directa de Japón se dirigió en los primeros nueve meses de 2011 en un 40,4 por ciento a la atribulada Europa (quizá para aprovechar las rebajas), en un 30 por ciento al resto de Asia y en un 10,5 por ciento a Latinoamérica, con lo que se erige como el tercer destino en relevancia. Los desembolsos japoneses en tierra latinoamericana crecieron el 81,9 por ceinto y, a diferencia de los de China, no se centran solo en materias primas y no incluyen inversiones estatales en compras de tierras para asegurar la provisión alimentaria. Este asunto también preocupa a Tokio, pero su estrategia para conseguir comida parece distinta de la de Pekín”.
Igualmente, la inversión japonesa en Latinoamérica se dirigió, sobre todo, a Brasil, que no es solo el país de moda, sino que también ha sido el destino de muchos emigrantes del país asiático en el siglo XX. Al gigante sudamericano llegaron 5.745 millones de dólares en nueve meses de 2011. A Panamá, 335 millones. No llegó tanto a Perú, con 55 millones; México, con 19 millones, y Argentina, con 16 millones. Los demás países latinoamericanos ni figuran en la estadística oficial de Japón.
Lo más interesante es que, en cuanto a la relación específica de Japón con Argentina, el primer secretario de la embajada japonesa en Buenos Aires, Natsuki Masakage, señala que las restricciones del gobierno argentino contra las importaciones está llevando a que las empresas de su país que invierten aquí (en su mayoría, del sector del motor) se muestren “renuentes a avanzar más fuertemente en sus negocios”. Con los gobiernos de los Kirchner siempre ha habido ciertas limitaciones a la importación, que en su momento habían incluso llevado a que empresas japonesas se radicaran en Argentina. Pero desde el año pasado la administración de Cristina Fernández de Kirchner exige que cada compañía que importa un dólar exporte también otro, “con lo que se complica la situación de aquellas compañías japonesas que llegaron para ensamblar aquí y abastecer solo el mercado interno”, según Masakage.
“El primer secretario de la embajada de Japón en Buenos Aires teme que Brasil adopte represalias cuando el miércoles próximo Argentina comience a exigir una declaración anticipada de las importaciones, para cuya evaluación el gobierno argentino se tomará hasta 21 días. “Cada vez que Argentina pone medidas, hay represalias de Brasil”, señala el funcionario de Japón, de donde provienen Toyota y Honda, dos empresas que intercambian vehículos entre ambos países sudamericanos. “Habría un modelo no sostenible de complementación productiva entre Argentina y Brasil, Se puede dificultar el ingreso de insumos de Asia y Brasil para las empresas japonesas en Argentina”, añade.
El diplomático admite que ninguna inversión japonesa se ha suspendido en Argentina por estas restricciones, pero afirma que puede haber postergaciones en las decisiones. También descarta que su país tome represalias contra las barreras de Buenos Aires, aunque recuerda que en febrero pasado se unió a otros países como Estados Unidos y los de la Unión Europea para plantear consultas en la Organización Mundial del Comercio (OMC) por las demoras en la entrega de las licencias no automáticas para ciertas importaciones, que deberían entrar en 60 días al país, según la reglamentación internacional. De todos modos, reconoce que para que las consultas se conviertan en denuncias en un panel de la OMC se requiere de la reclamación de empresas en concreto, y pocas están dispuestas a pelearse con el gobierno argentino si quieren seguir hacer negocios por estas latitudes.
Hay inversiones industriales de Japón en Argentina, pero pocas de infraestructura. Este tipo de proyectos depende de que el gobierno de Cristina Kirchner reestructure la deuda con el Club de París, conjunto de países acreedores, entre los que figuran Japón y España, y al que Buenos Aires dejó de pagar en la crisis de 2001. “No podemos hacer inversiones grandes en infraestructura por falta de acuerdo con el Club de París”, afirma el secretario de Finanzas de la embajada de Japón en Argentina, Etsuro Ninomiya.
Antes de las elecciones presidenciales de octubre pasado en Argentina, el gobierno de este país no quería dialogar con el Club de París, según Ninomiya. “En diciembre, el gobierno argentino ha empezado a hablar otra vez. Quiere nuevas inversiones”, se esperanza Ninomiya, pero aclara: “La voluntad del gobierno argentino de pagar la deuda va a estar relacionada con su nivel de reservas en el Banco Central”. De esa caja sacará el dinero Buenos Aires para abonar el pasivo en cuotas, pero también necesita las reservas para saldar otras deudas y para evitar devaluaciones.