Martes, 01 de Febrero de 2022
Inspirarse y divertirse a través de los dulces

WAGASHI, POR ANA IRIE. Entrevistamos a cuatro jóvenes emprendedores gastronómicos para conocer la “nueva” cocina japonesa que se está haciendo en la Argentina; cómo fue emprender en pandemia y qué significa para cada uno “cocinar”.

Tener una caja envuelta en un furoshiki especialmente diseñado, abrirla y ver toda una variedad de dulces japoneses con los mejor de diferentes emprendedores, y sabores; alguna pieza de cerámica, y cubiertos hechos con madera de bambú dentro de un sobre de origami, hacen que una experiencia gastronómica sea un arte en sí y, a la vez, una contemplación de lo efímero, de lo bello y, sobre todo, de afecto.

 

Hace unos 15 años que Ana Irie se dedica a la pastelería, aunque también estudió bioquímica. Actualmente como jefa de pastelería en Chila, considerado uno de los mejores restaurantes de la Argentina, pero más íntimamente en un emprendimiento de wagashi, los dulces tradicionales japoneses.

"La verdad que nunca fue mi idea emprender, si bien me dedico a la pastelería hace muchos años. Pero en 2019 tuve la oportunidad de ir a Japón gracias a una beca de JICA, en Yokohama, para aprender wagashi. Al volver, quería difundir la pastelería japonesa a través de clases. Pero se vino la pandemia y el restaurante cerró por ocho meses. Eso me dio el tiempo que necesitaba para practicar. Soy como muy autoexigente. Necesitaba practicar las cosas que había aprendido en Japón y probar con la materia prima que se conseguía acá. En el tiempo que tenía libre, aproveché a profundizar un poco y comencé a practicar", comenta Ana, y agrega: "Una amiga, Elisa Doi, me impulsó a que empecemos este emprendimiento: una vez por mes armamos una caja edición especial de wagashi. Tratamos de hacer un producto atractivo, con una temática diferente todos los meses, incluyendo wagashi de otros emprendedores y con un furoshiki de Maru Hanashiro".

Aquello que arrancó en octubre del 2020 sigue hasta hoy con un público "ávido por conocer cosas nuevas". Pero en tiempos de pura "imagen" y exposición, ¿qué se puede transmitir?

Con las cajas de dulces, dice Irie, "aparte de la experiencia, queremos que se lleven un poquito de la cultura japonesa a través de los wagashi. Eso nos inspira y nos divierte. "Yo creo que la cocina es una expresión de afecto. Cuando uno cocina, que a otra persona le llegue, que disfrute, y que sea un momento placentero, es muy satisfactorio. Se dice que los wagashi son como un arte efímero, porque duran poco. Y eso en la cultura japonesa está muy presente, y hay que disfrutarlo mientras dure. El wagashi, más allá de la belleza que tenga, no se puede conservar mucho tiempo. A mí me da un poco de gracia cuando me dicen que les da mucha pena comer algunos dulces porque son muy lindos. Yo les digo que igual se los coman. Eso es disfrutar el momento, pero también es sentir el amor que uno le pone al cocinar".