Jueves, 11 de Abril de 2019
Cuando el fútbol es felicidad
Escrito por Diego Higa   

TORNEO en homenaje a "Yoshiya Yafuso".

En mi infancia, el domingo significaba fútbol. Claro, miles de personas podrían decir lo mismo. Pero para mí no representó ir a la cancha a alentar al equipo que sigo sino más bien acompañar a mi familia a Uruma-en, ya que ella -y muchos otras también- iban a jugar gateball. Los pibes que estaban en las mismas condiciones que yo también iban a jugar a la pelota, o por lo menos eso era lo que terminaban haciendo. Era una época en la que no existía internet, ni los celulares inteligentes, muchos no teníamos ni siquiera computadora aunque sí tele y consola de videojuego. De todas formas en el séptimo día descansábamos de las pantallas. En Uruma, cada domingo se armaban picados memorables donde jugaban pibes como yo, y también más grandes.  A veces éramos tantos en cancha que usábamos los dos arcos de once pero poniendo un buzo en la mitad de cada uno para achicarlo. Esta vorágine de fútbol dominical entre los hijos de los “guetoboleros” se repitió durante muchos años.

Llegaba septiembre, la primavera y también se anunciaba el torneo “Las Malvinas son argentinas”, más conocido como “El Malvinas”, que se realizaba en el mismo lugar que acudía todos los domingos. Uno de sus organizadores era Yoshiya Yafuso quien se encargaba de las actividades relacionadas al fútbol. Sentía que este torneo era como jugar profesionalmente . Si bien estaba acostumbrado a jugar en Uruma nunca lo había hecho con las líneas de cal marcadas, un DT que nos parara, referees y arcos con red. Sentía que cada domingo jugado hasta el momento me había dado experiencia y confianza. Participar significó también medir el nivel propio con el de otros chicos nikkei, muchos desconocidos para mí. Además había gaijins, ya que era permitido uno por equipo. Más allá de la vestimenta de jugador que pudieran usar, se podía vislumbrar quien podía ser crack. Incluso hasta se escuchaban comentarios:  “tal juega en tal club”, “ese pibe me dijeron que la rompe”. Eso se dejaba ver sobre todo en las categorías mini infantil y promocional, donde jugaban mis hermanos. Había desorden y mucha disputa por el balón. El que era bueno se notaba enseguida. Por otro lado, los partidos de los más grandes siempre me parecieron muy reñidos y pensaba que nunca podría ganarle a ningún equipo por la técnica y la fuerza con lo que se jugaba. Por su parte, las familias de los jugadores alentaban y vibraban desde afuera ante cada jugada. Ellas fueron pilares fundamentales para que nosotros estemos ahí.
Recuerdo que para ver los resultados nos acercábamos a la mesa de control. En un tablón parado sobre una columna estaban pegadas las cartulinas con la información del torneo. Había partidos que eran verdaderas goleadas. Esto se daba porque los equipos estaban conformados por seis jugadores, pero muchos tenían tal cantidad que armaban varias alineaciones. Para identificar al más fuerte se ponía el 1 en número romano y los, a priori, menos difíciles llevaban el II, III e incluso había IV. Entonces, en mi época sabía que los Burzaco I, Zota I o Taiyo I eran los rivales a vencer. Lo mismo con Seibu, Sarmiento y Varela que en mi categoría tenían un solo equipo. El mío, COA, también presentaba un solo team. Estas rivalidades se extendieron a los torneos que se hacían en Burzaco, en el campo de Kyowa-en.
Al finalizar la totalidad de los partidos se llevaba a cabo la premiación. Recuerdo cómo nos sentábamos en el piso en fila con la cabeza sobre las piernas flexionadas del compañero de atrás esperando recibir el trofeo correspondiente. Sabía que las copas de primer a tercer puesto eran de tamaño mayor al resto -ya que todos recibíamos- y eso le daba para mí más valor a la hora de exhibirlos en la pieza. Volviendo a la rutina escolar semanal post torneo tenía ansiedad para que en mi casa revelen las fotos que nos habían sacado el domingo. También debía avisar a mi oba para que me guarde La Plata Hochi, donde salían los resultados y las menciones de mejores jugadores.
Sin embargo, ya desde antes del nuevo milenio que el “Malvinas” no se realizó más. Pasaron más de dos décadas sin uno de los campeonatos de fútbol Infantil en la colectividad.
Año 2019. Vuelve un nuevo torneo de fútbol infantil en Uruma-en. Se llamará “Yoshiya Yafuso” y se cumple un gran anhelo de él, que tanto hizo por nosotros. Todo será posible gracias a su familia. Si vuelve el fútbol infantil en Uruma-en entonces podremos quedarnos tranquilos. Mientras haya entusiasmo de chicos corriendo atrás de una pelota y el aliento y apoyo familiar ante cada jugada sabemos que el campeonato está asegurado.