Viernes, 10 de Marzo de 2017
Wasurenai 3.11: la travesía de padre e hija

El viaje diario comienza alrededor de las, desde la casa de Katsuhiko Namie.
Cansado, con solo unas pocas horas de sueño, maneja durante unos 90 minutos hasta Iwaki, a 100 kilómetros de distancia de Koriyama (Fukushima), con su hija, Yuka, quien está profundamente dormida en el asiento del acompañante.

Es una rutina que lleva desde hace dos años, pese a los contratiempos del invierno y a su deteriorada salud producto de intentar reconstruir su vida y la de su familia tras el desastre nuclear de Fukushima.
Pero cuando ve el progreso que su hija de 15 años ha hecho en su escuela, en Iwaki, y su actitud positiva hacia la vida, Namie sabe que el sacrificio vale la pena.
La vida de la familia Namie dio un giro en marzo del 2011, cuando se vieron obligados a huir de Futaba, una ciudad cercana a la planta nuclear de  Fukushima I.
Durante los cinco meses siguientes a la triple fusión, Namie, su esposa, su madre; Yuka, que era un estudiante de tercer grado en ese momento, y otra hija, se hospedaron hasta en seis lugares distintos dentro y fuera de la prefectura de Fukushima. Finalmente encontraron cierta estabilidad cuando se trasladaron a una unidad de vivienda temporal en Iwaki.
Dos años más tarde, Namie, un empleado de 54 años, decidió empezar de nuevo en Koriyama, en donde comenzó a construir una nueva casa.
Con la casa aún en construcción, y la familia que vive en una unidad de vivienda temporal, se difundió que la escuela secundaria de Futaba reanudaría las clases para sus estudiantes mediante la creación de aulas en Iwaki, en abril del 2014.
Yuka estaba ansiosa por reunirse con sus compañeros de Futaba.
"Quiero ir a la escuela allí", le dijo a su padre.
Namie aprobó la idea. Acordaron que sería solo por un año.
Los 7.000 residentes de Futaba ahora están dispersos en Tokio, Hokkaido y otras 36 prefecturas.
Aunque solo tres de los compañeros de Yuka de la escuela primaria en Futaba asistieron a la escuela reabierta, en ella se produjo un profundo un cambio luego de comenzar las clases.
Conocida como introvertida, Yuka se volvió más activa y de mente abierta. No había sido buena en deportes, pero se unió a un club de bádminton en la escuela y compitió en salto en largo.
Hasta su desempeño académico ha mejorado.
Medio año después de que empezó a asistir a las clases en Iwaki, Yuka le dijo a su padre que quería seguir yendo a la escuela, e insistió en que nunca más querría separarse de sus amigos.
"No quiero transferirme a otra escuela", dijo.
Los comentarios de Yuka no tomaron por sorpresa a su padre.
Pero la casa en Koriyama estaba casi terminada. Y si la familia se mudaba allí, Namie y Yuka tendrían que despertar a las 5 de la mañana los días de semana para recorrer los 90 minutos hasta Iwaki.
Namie finalmente cedió, preocupado de que la transferencia de Yuka a otra escuela tuviera un efecto negativo en su progreso.
La familia se trasladó a Koriyama. Así comenzó el temprano y largo recorrido diario.
Inicialmente quería encontrar un trabajo en Koriyama, pero decidió seguir trabajando en Iwaki para una empresa que gestiona viviendas temporales.
El viaje los obliga a dormir en promedio unas cuatro horas por día.
Namie toma medicamentos por su alta presión arterial alta, una condición que comenzó a afectarlo durante las pruebas de evacuación de un lugar a otro.
Antes del Gran terremoto del Este y el tsunami del 11 de marzo del 2011, Yuka había sido demasiada tímida para hablar en público.
Pero logró contar su experiencia tras el desastre nuclear ante una audiencia de estudiantes de otras escuelas.
En la secundaria, ella se volvió más extrovertida aún en los últimos dos años. Y su habilidad atlética se disparó. Como estudiante de tercer año, comenzó a competir en los 100 metros y se convirtió en la primera estudiante en trasladarse a una competencia prefectural desde que reabrió la escuela.
Yuka, que es buena en inglés, aspira a una carrera que la lleve al extranjero.
Últimamente, su tiempo de sueño se ha reducido. A veces, ella se va a dormir poco antes de 1 a.m., luego prepararse para los exámenes.
"Siento consuelo de que mi hija asista a la escuela secundaria de la que tanto yo como mi esposa nos hemos graduado", dijo Namie.
Aunque los miembros de la familia aún consideran a Futaba como su ciudad natal, aún no podrán regresar a su hogar. El 96 por ciento de Futaba es una zona "difícil de regresar", según el gobierno, debido a los altos niveles de radiación.
A pesar de las dificultades que ha enfrentado la familia, Namie dijo que, de alguna manera, piensa que es un "padre afortunado".
A partir de esta primavera, Yuka asistirá a una escuela secundaria en Koriyama. La rutina diaria de padre e hija culminará este 13 de marzo.

 

(Artículo original publicado en Asahi Shimbun.)