Jueves, 23 de Febrero de 2017
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Escrito por Masako Itoh   

YOKO Nakatsuka es quien dicta las clases de gimnasia, entre otras actividades, en las reuniones del voluntariado de AUN.

En el 2001, cuando muchos jóvenes pensaban en irse del país en busca de un futuro mejor, Yoko Nakatsuka regresaba a la Argentina tras una beca en un Centro de Rehabilitación de la prefectura de Nagano. Entonces, un anuncio publicado en La Plata Hochi le llamó la atención: se buscaban voluntarios para organizar actividades con adultos mayores nikkei. Yoko, terapeuta física especialista en gimnasia para adultos mayores, no lo dudó. El domingo siguiente a las 7 de la mañana se tomó un tren desde Pablo Nogués hasta Retiro, esquivó los vagones complicados con jóvenes ebrios que venían de bailar, y desde allí dos subtes hacia Caballito, a conocer a Isabel Teruya, la coordinadora del grupo de voluntarios de AUN.

- ¿Es vocación?
- Es difícil de explicar, no me resulta un trabajo lo que hago, me apasiona, es algo que siempre estuvo en mí.
- ¿Y cómo fue esa primera clase de gimnasia con ojichan y obachan?
- La mayoría eran padres o madres de las voluntarias, unas 14 personas. Durante el primer ejercicio, una silla se dobló y una obachan se quebró un brazo, y el Doctor Sakumoto la acompañó a sacarse una placa. No era nada. (Risas.) Así fue el comienzo. Decidimos que fueran los primeros domingos, una fecha fija para que nadie se confundiera.
- ¿Qué ves o admirás de las obachan?
- Lo que más me gusta de las obachan es la forma positiva que tienen de ver la vida. Una vez les conté que me había faltado plata de la cartera, y enseguida me dijeron que recuperarla no la iba a recuperar, que me olvidara. Uno se queda enganchado y se enrosca en cosas, pero ellas saben seguir para adelante y positivas. Si uno escucha la vida que han tenido y la fuerza y el empuje que tienen, creo que ese “mae muki” (mirar para adelante/positivo) y la constancia con las cosas es lo que las vuelve tan longevas. Y también admiro mucho a los voluntarios, lo que hacen Isabel y José es increíble, la dedicación y el tiempo que le ponen al voluntariado.
- ¿Por qué trabajar con adultos mayores?
- Trabajar con gente grande es tener todos los ojichan y obachan que nunca tuve, porque tres de mis abuelos fallecieron antes de que yo naciera, y la restante vivió en Nihon hasta los 101 años cuando la conocí durante mi primera beca. Y como en Mendoza, donde me crié, la comida japonesa se comía solamente para las fiestas, para mí compartir eso con los ojichan y obachan siempre fue una fiesta, era como estar de fiesta siempre.
- ¿Qué es el voluntariado para vos?
- Cuando vine a vivir a Buenos Aires, ellos fueron un apoyo muy grande. Si bien tengo a mi mejor amiga mendocina que también vive acá, Isabel (Teruya) y Nelly (Tokashiki) son mis madres de Buenos Aires. Cuando me fui a vivir sola con el sueldo del geriátrico de la calle Salguero, donde colaboraba de lunes a viernes, ellas me hicieron hacer una lista para ver qué necesitaba, así me regalaron platos, ollas, cubiertos, hasta mesas y sillas. Yo no tenía nada de nada.
- ¿Qué diferencias ves entre los adultos mayores de Argentina y Japón?
- En Nihon la jubilación les alcanza, entonces tienen proyectos a futuro, que acá no. Acá uno no sabe qué jubilación va a cobrar, si la mínima o qué, y es más angustiante que otra cosa. Allá suben la montaña, van de viaje, hacen actividades de voluntariado, se brindan también para el otro; acá, fuera de la comunidad, el argentino se encierra más. También debe ser porque el que puede hacer una actividad tiene que tener un taxi que lo lleve, pero allá los pasan a buscar en micro, es otra cosa. Acá disponen del dinero para sus necesidades básicas y muchas veces no alcanza.
- ¿Cómo te gustaría ver al voluntariado de AUN en el futuro?
- Estaría bueno, una vez al mes, que el mes que tu abuela cumple años vayan los nietos a ayudar, no solo a sentarse y que te sirvan, sino a ponerse a ayudar. También estaría bueno hacer reuniones más abiertas, abrir un poco e invitar a las familias, para que vean lo que hacen los ojisan y obasan y pedir ayuda extra. La voluntarias trabajan mucho y estaría bueno que ellas también tuviera gente en quien delegar un poco las tareas y empiecen a disfrutar.