Jueves, 15 de Diciembre de 2011
“El conflicto es inherente a una verdadera vida democrática”
Escrito por Javier Arakaki*   

Cursaba el quinto año de la escuela secundaria en el Normal de Quilmes, en el año 94, cuando comencé mi militancia en el PC, de Patricia Walsh. La idea era oponernos a la re-elección de Menem y a las políticas del pensamiento único que provenían del neoliberalismo. Había entonces toda una discusión teórica que no pasaba por la toma del poder, sino en cómo se construía ese poder. Mi compromiso fue mayor cuando en el 98 comenzaron a formarse los primeros movimientos de desocupados en el conurbano, en una línea de trabajo en los comedores barriales.

En el 99 se producen un par de tomas de tierras en Quilmes, y desde ese período hasta el 2001 tuve una militancia más orgánica dentro del movimiento de desocupados. Ese 19 de diciembre habíamos planificado un corte de rutas en el cruce de Florencio Varela, y ya desde algunos meses antes se venía hablando de que se podía llegar a producir una movida a fin de ese año y dentro de las organizaciones había una preocupación de cuidar a los compañeros, ante la posibilidad de que haya un desgobierno. Tras la caida de De la Rúa, me peleo con la dirección del movimiento porque a mi juicio se estaba haciendo una mala lectura de la situación a la que algunos consideraban como una etapa prerrevolucionaria y que para mí no lo era. Se estaba exponiendo a los compañeros en confrontaciones para las que no estábamos preparados. Yo me retiro y 6 meses después ocurre lo de Kosteki y Santillán en Puente Avellaneda. A mí esas muertes me dejaron con mucha bronca y amargura, porque había dirigentes de izquierda y de base que hasta septiembre de 2001 no reunían a más de 5 personas en sus locales, y después, con la llegada de los planes sociales, de repente se encontraron con 200 personas o más y una situación que los comenzaba a desbordar. Yo tenía 22 años y me creía el Che Guevara, pero había algunos más grandes que también se lo creían. Para adentro estaba convencido de que no estábamos en una situación prerrevolucionaria, acababa de tomar el poder Duhalde y ni siquiera teníamos la fuerza propia organizada, mataron a dos y podían haber sido veinte. Hice una revisión dolida y me chocaba el discurso filo setentista de dar la vida por… y la verdad es que no iba por ahí la cosa y desde el 2002 al 2005 me aparto de la militancia y me decidí a terminar la carrera. Con el primer gobierno de Néstor Kirchner nos fuimos reencontrando con viejos compañeros y volvimos a meternos. El empujón fue la 125, ahí nace esta generación de entre 25 y 40 años con la idea de darle identidad al kirchnerismo y se lanza la Corriente Nacional Martín Miguel de Güemes, Somos conscientes de que esta idea de Nación para todos y cada uno de los argentinos muchas veces se enfrenta a fuerzas políticas y económicas que no quieren el cambio, pero también es cierto que  el conflicto político es inherente a una verdadera vida democrática.

•    Inicio su militancia en la escuela secundaria y desde hace un tiempo lo hace en la Corriente Nacional Martín Miguel de Güemes. Tiene 34 años, es sociólogo egresado de la UBA y docente, hijo de Osvaldo Arakaki, de Kuba, y Marta Rodríguez.