La kermese organizada anualmente por la Asociación Japonesa Seibu recibe, principalmente, a vecinos de la zona.
“El alimento o el platillo no es lo importante, sino cómo hacerlo y cómo venderlo. Es un brochette común y corriente, en realidad; el tema es cómo presentarlo. Hacerlo con mucha alegría y venderlo con mucha más alegría. Ese es el punto; esa es la idea”, resume Hugo Eiguchi, uno de los miembros de la comisión directiva de Seibu al explicar acerca de la preparación del yakitori y su adaptación al paladar argentino.
Este espíritu estuvo presente en el bazaa organizado por la Asociación Japonesa Seibu el pasado 11 de junio, feria a la que concurrieron muchos visitantes, sobre todo a la hora del almuerzo. En la parrilla de los yakitori, otro de los encargados, Gerardo Doi, es quien hace la sopa del udon desde hace nueve años según la receta transmitida por el maestro Roberto Higa (Seishun), quien explicó cómo se elabora la sopa. “Recuerdo que hace unos 8 o 9 años me puse a disposición del maestro Higa para ayudarlo a hacer la sopa del udon. Con la sopa empezamos el sábado, es decir un día antes del evento, a las 10 u 11 de la mañana, preparando la base del caldo: con pollo, carcasa, kombu, verduras, y sal gruesa, y se lo hierve como unas 9 horas. Se lo deja enfriar, y el domingo temprano se comienza a sacar la carcasa y colarlo. Luego se le pone hondashi, jengibre, etcétera. Son 180 litros de agua y saldrán unos 420 tazones”. El señor Doi dice que hay muchos fieles de la colectividad, de la no colectividad, y del barrio, que van especialmente por el udon. Con una concurrencia estimada de 1000 personas a lo largo del día, ya que el evento comienza a las 11 y termina alrededor de las 17, el público, en su mayoría del barrio, se entretiene con los puestos de artesanías y comidas. El lugar es pequeño, pero se caracteriza por ser muy cálido, con un espíritu de barrio. Sumado a estos comentarios de los miembros del club, las madres, que son alrededor de seis, de una segunda generación, quienes sienten y tienen la responsabilidad de transmitir la receta de las comidas a las jóvenes generaciones, así que Noemí Tamashiro, secretaria de la comisión directiva, quien explica que los miembros de la CD son también integrantes del departamento de jóvenes, así que, de a poco, los van preparando para que integren las futuras comisiones. “Si no fuera por los jóvenes, esto no podríamos llevarlo adelante”, resalta Tamashiro. El departamento de jóvenes está conformado por unos 30 miembros, entre asociados y colaboradores, y la mitad de estos no son de la colectividad japonesa. A partir de este esquema, y para continuar con la tradición de transmitir el conocimiento, por ejemplo, en el arte culinario, ella explica: “Somos muy pocas familias japonesas que sepan de cocina japonesa. En la actualidad somos seis madres la que preparamos todo para la comida del bazaa. Hacemos el tamago, la carne de cerdo, preparamos los ingredientes para el udón, y demás. Lo que tenemos que hacer nosotros de ahora en más es trasmitirlo al departamento de jóvenes. Así que desde el año pasado ya comenzamos a tener clases de comida japonesa dentro del club. Muchos integrantes del mismo no son de descendencia japonesa, gustan de la comida, y están aprendiendo a cocinar. Quienes desde este año están a cargo del buffet de Seibu. Entonces, ellos están ofreciendo al público interno de Seibu, es decir, a los alumnos, comida japonesa. Incluso nuestros hijos, de tercera o cuarta generación no saben cocinar, entonces hay que enseñarles. Por ejemplo, de los 19 ingredientes que traen la cajita de bento están hechos por 4 o 5 mamás. Entonces, este año tiene que haber más clases de cocina japonesa”. Como contó Eiguchi, “un ambiente familiar y bien de barrio; como toda actividad que queramos hacer en el club, la misma se caracteriza por la solidaridad entre todos. Ese es el espíritu que queremos mantener”.
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