Jueves, 02 de Junio de 2016
Una cuestión de soberanía

Existen una serie de pequeñas islas conocidas como Okinotori, a 1600 kilómetros de Tokio, a las que Japón apuntala con corales, concreto y acero para expandir sus límites marítimos. Ubicadas en el mar de Filipinas, en Okinotori hay dos islotes de menos de 10 metros cuadrados y que cuando sube la marea apenas sobresalen por encima del nivel del mar.

Pese a sus reducidas dimensiones, su importancia estratégica es fundamental. Se estima que desde 1980 el gobierno de Japón ha gastado unos 600 millones de dólares en ese territorio, su posesión marítima más al sur. Y hace tres meses anunció que invertiría otros 118 millones adicionales para reconstruir un puesto de observación en el lugar.
"Si Japón demuestra que eso son unas islas, entonces podrá establecer una zona económica exclusiva de 200 millas náuticas", explicó T.Y. Wang, profesor de la Universidad Estatal de Illinois a la BBC. "Allí hay aguas muy ricas en recursos pesqueros y depósitos minerales de todo tipo que Japón tendría el derecho soberano de conservar, explotar o gestionar", agregó.
Esa zona económica exclusiva equivale a unos 400.000 kilómetros cuadrados, un área mayor que toda la masa territorial de Japón. Cumplir con la definición técnica de isla prevista en la legislación internacional y así disponer de una zona económica exclusiva parecería una tarea fácil. En el caso de Okinotori, no lo es, ya que la normativa establece que deben ser áreas de tierra formadas de forma natural, rodeadas de agua y que se encuentran por encima del nivel del mar cuando hay marea alta.
En la década de 1920, cuando Japón reclamó tener soberanía en el atolón de Okinotori había allí cinco islotes. Sin embargo, debido a la erosión y al aumento del nivel del mar ahora sólo quedan dos. Pero Wang cuenta los esfuerzos de los japoneses por mantenerlas. "Han usado métodos muy avanzados como trasplantar corales y han usado concreto y acero para tratar de reforzar la isla", dice.
Así, en su intento por reivindicar la zona económica exclusiva que se derivaría de Okinotori, Japón se enfrenta a algo más que a la naturaleza, y al mismo tiempo su posición está objetada ante la ONU desde 2009 por China y Corea del Sur, con el argumento de que allí no hay islas sino rocas y, por tanto, no dan derecho al establecimiento de una zona económica exclusiva, según la legislación internacional.