HISTORIA Y MISIÓN
En la Segunda Guerra Mundial, las islas de Okinawa fueron los únicos espacios dentro del territorio del Japón en donde hubo enfrentamientos en tierra entre las fuerzas norteamericanas y japonesas. Los isleños sufrieron, primero, los bombardeos aéreos, cañonazos de buques y, luego, el desembarco estadounidense. En esa guerra pereció el 20 por ciento de la población de Okinawa.
Concluida la guerra, los japoneses que vivían en el exterior desconocían la situación de sus familiares, además de pensar que ya no podrían regresar a su pueblo. El reestablecimiento de las comunicaciones fue muy lento, y los que habían emigrado estaban ansiosos de conocer la situación de su familia y de su pueblo. Esta era la situación de los okinawenses en la Argentina, período que alguien calificó como “de las tinieblas”. Era 1947, y en ese momento tan angustioso, algunos, preocupados por la situación, la cual podía provocar caos y confusión, pensaron que era necesario crear un periódico para orientar a la comunidad okinawense. Esos hombres, líderes, fueron Eiichi Higa, Kenpu Taira y Kisei Arakaki. ”Nosotros afirmamos que las islas de Okinawa pertenecen a Japón, y si ellas son segregadas del Japón, es muy posible que provoque confusión y caos dentro de la comunidad okinawense. Previendo esta situación, pensamos que es indispensable poseer un medio de comunicación de nuestra comunidad para orientar a los okinawenses...”, señalaron, en busca de adherentes a la causa. Así, mediante la adhesión de 24 okinawenses, se creó el periódico La Plata Hochi. Formada la sociedad, adquirieron las instalaciones y equipos del antiguo Aruzenchin Jiho, que habia sido fundado en 1924 por Tustomu Mizuno. La edición inaugural fue publicada el 17 de enero de 1948. Al entrar en la década de 1950, y con la llegada de nuevos inmigrantes procedente de Okinawa, el periódico avanzó firmemente, hasta llegar a ser el único medio escrito en japonés de la colectividad.
Desde el comienzo, para la impresión, se utilizaron los “tipos” (letras), cedidos de su predecesor, el Aruzenchin Jiho. Para evitar el desgaste de los “tipos”, se usaban papeles satinados, y en cuanto a la producción periodística, las fuentes de información provenían de los diarios que traían los inmigrantes y se utilizaban las transmisiones radiales. Todo esto, sumado a que los inmigrantes desconocían el habla del lugar y que el periódico era el único medio a través del cual tomaban conocimiento de lo que sucedía en su país, y en la Argentina, hacían noble y valiosa la misión de informar. La inmigración japonesa ya ha pasado los cien años, y el periódico, los 60. Aquel objetivo inicial ha cambiado, y hoy, el periódico, editado tanto en japonés como en castellano, se dedica a difundir las actividades culturales de la colectividad japonesa en la Argentina, las cuales, creemos, contribuyen a engrandecer la mixtura de este país. |