Viernes, 17 de Mayo de 2019
El éxito, más allá de la suerte
Escrito por Rodolfo Andrés Geraldes*   

DIFERENCIAS idiomáticas entre el castellano y el japonés, reflejan diferencias en la idiosincrasia de los pueblos. ¿Qué podemos aprender del concepto japonés expresado en el “Ganbatte kudasai”?

El lenguaje que usamos es una herramienta cultural, representa nada menos que el modo en que comunicamos nuestras ideas a partir de cómo percibimos el mundo. Es decir que también moldea la forma en que pensamos y nos expresamos.

Esta diferencia idiomática se hace notable entre el castellano y el japonés, en especial al referirnos a aspectos que tienen que ver con la idiosincrasia de un pueblo.
Veamos un ejemplo cotidiano.
Cada vez que alguien se embarca en un desafío, está instaurado en nuestra cultura el desearle "buena suerte" a esa persona como un gesto de apoyo. Sin dudas, queremos lo mejor para sí, pero de alguna manera estamos dejando en manos del azar, o del destino, el desarrollo y los resultados de ese emprendimiento.
Hoy día es común escuchar que nos haría falta un poco más de “suerte” para salir adelante. Así pasamos los años esperando a que llegue una buena racha para un país mejor.
Y aquí es interesante notar cómo el lenguaje sesga, limita, -y hasta a veces distorsiona- nuestra percepción de la realidad. Al hablar de "suerte" hacemos referencia a un ingrediente externo, a algo circunstancial que está fuera de nuestro alcance. Decimos "Me fue bien, tuve buena suerte.", "Me fue mal, tuve mala suerte.", en definitiva, la "culpa" es de la "suerte". Pero expresarnos en estos términos nos aleja del sentido de responsabilidad. Esta forma de hablar es netamente cultural, e impacta directamente en nuestros pensamientos y actitudes.
En la cultura japonesa, por su parte, existe una expresión interesantísima: "Ganbatte kudasai", que en una transcripción muy literal y poco precisa se la suele traducir como "buena suerte". Pero el japonés no habla de "suerte", entiende el significado de “ganbatte” como algo más profundo. Su significado va mucho más allá de lo literal, y para la gran mayoría de los autóctonos se convierte en una forma de entender la vida, de enfrentarse al porvenir: "Deseo que logres dar lo mejor de vos para llevar adelante este emprendimiento aún más allá de cualquier resultado; no te rindas.". Tiene que ver con esforzarse, no rendirse, dar lo mejor de uno mismo, superarse personal y profesionalmente, hacer frente a todas las dificultades. El compromiso de no desistir hasta terminar algo que se empezó es un claro ejemplo de esta filosofía. Esto lo aprenden desde bien pequeños, en todas las esferas que componen la sociedad, por lo que no es casualidad el éxito de esta milenaria cultura.
Visto así, la responsabilidad tiene un rol principal, distinto de la “suerte”, que es una especie de “chivo expiatorio”. La respuesta típica de un japonés a "Ganbatte kudasai" sería "Hai, ganbarimasu", es decir "Sí, me esforzaré". En esta expresión no hay lugar para las excusas.
El esfuerzo hace más a la actitud de compromiso que a los resultados, porque el japonés entiende que los resultados son dominio del universo y la actitud es dominio de la persona, y su conjunción es producto de un balance entre esos dos mundos.
Si aceptamos que “el éxito es la constancia de los propósitos”, bien podemos adoptar estas palabras para entender que, en lugar de la simple suerte, el éxito depende de nuestro propio trabajo y dedicación.
¡Argentina, ganbatte kudasai!

 

¡Ganbare Nihon!

El concepto de “ganbaru” tiene relación con “hacer frente a todas las dificultades” y en particular aquellas que impliquen trabajo en equipo para poder superarlas. Y precisamente al pueblo japonés no le faltan dificultades al momento de soportar y superar los innumerables desastres naturales que aquejan a ese país. En este proceso de superación y resiliencia, interviene claramente las expresiones de aliento y apoyo moral que incluyen el concepto de “ganbaru”.
La idea de alentar una población mediante el significado de “ganbatte” nació después del terremoto de Kobe, cerca de Kioto, de 1995, en el que la ciudad quedó prácticamente en ruinas y fallecieron alrededor de 6.500 personas. Tanto en Japón como desde Argentina, el apoyo moral a los damnificados por otra catástrofe natural como fue el gran terremoto y posterior tsunami del 2011 en la región de Tohoku, al noreste de Tokyo se sintetizó en la expresión “Ganbare Nihon”. Este leitmotiv unió a los pueblos en las antípodas para enviarles los mejores deseos a los que sufrieron tamaña tragedia, darles aliento a la hora de reconstruir el territorio y animarlos a no rendirse jamás hasta volver a la normal rutina de su día a día.

 

* Fundación Cultural Argentino Japonesa