Jueves, 05 de Mayo de 2016
Mantener el orden, inspirar la alegría

Marie Kondo se ha convertido en un fenómeno mundial gracias a su libro que enseña a organizar la casa y, consiguientemente, vivir en armonía y con confianza en uno mismo.

Marie Kondo es un fenómeno social, tanto que la revista Time la considera una de las personas más influyentes del mundo. Millones de personas aplican las reglas que esta japonesa describe para tener la casa limpia y en orden.

Kondo tiene 30 años y un libro, La magia del orden, con lectores en más de 30 países, y gracias al cual se la describe como la gurú de la autoayuda que enseña a mantener nuestras casas ordenadas y, en profundidad, nuestras propias cabezas.
“En cierto momento de mi vida, prácticamente me convertí en una máquina de desechar”, dice Marie en su libro. Es que apartar aquello que no nos es útil es un primer paso en la tarea de ordenar.
La clave reside en reunir todos los objetos de una misma categoría. Por ejemplo, si se está con el armario, se reúne toda la ropa en un mismo lugar (en el suelo o sobre la cama). Así, el siguiente paso, una vez apilada toda la ropa, llega el momento de decidir con qué quedarse.
Antes de continuar, otra clave o momento especial que indica la autora japonesa es limpiar, una tarea que debe hacerse con una total atención, en privado, a solas, y lejos de las miradas y los juicios de valor de terceros (pareja, padres o hijos), y así evitar escuchar “Pero ¿vas a tirar esto?”.
Marie Kondo subraya el evitar dar aquello que tiramos, porque quien dice tirar dice reciclar, llevar a un punto limpio o donar. Pero no regalar a nuestros amigos o familiares lo que ya no nos sirve. A lo sumo, ella sugiere preguntarse antes de empezar nuestro proceso de limpieza si necesitan algo. Si no, nada.

 

¿Nos hace falta?
¿Cómo se decide si realmente es necesaria una prenda de ropa? Hay que tomar del montón de ropa acumulada cada prenda, una a una, sujetarla con ambas manos y preguntar: “¿Esto me hace feliz?”. Si al sentirlo dispara una chispa de la alegría quiere decir que merece la pena conservarlo. Si no, la prenda en cuestión ya ha cumplido su función. Démosle las gracias y dejémosla ir.
Este último aspecto es también importante en el método: agradecer a los objetos la función que han desempeñado para nosotros.
Hay que cuidarlos como cuidamos a las personas. Guardarlos en un cajón es mucho más que almacenar, según su visión: es permitirles descansar. En un armario, la ropa está dormida. Tenemos que despertarla para poder ordenarla. Y en un orden concreto: camisas, blusas y pulóveres; pantalones y faldas; ropa para colgar (chaquetas, abrigos, trajes...); medias y ropa interior; bolsos de mano; accesorios como bufandas, cinturones, sombreros; ropa para actividades específicas, como trajes de baño o uniformes y zapatos.
Eso sí, hay que respetar dos criterios más. La autora desmitifica aquello de que hay que separar la ropa por temporadas. No hace falta tener un armario de verano y otro de invierno. “La costumbre de empaquetar la ropa de temporada está obsoleta”, afirma Kondo.
Mejor tener poca ropa, solo la que de verdad usemos, y siempre a mano.

Acto de cariño y de cuidar
Tras los pasos previos, con los que deberíamos conservar una tercera o cuarta parte de lo que teníamos, llega el momento de guardar. Hay una parte que debe ir colgada, pero la gran mayoría de las prendas pueden y deben ser dobladas correctamente.
“El acto de doblar la ropa implica mucho más que aplastarla para guardarla. Es un acto de cariño, una expresión de amor y aprecio por la manera en la que esa ropa contribuye a tu estilo de vida”, señala. Y es un modo de cuidarla: te-ate, la palabra japonesa para curación significa literalmente poner las manos.
El modo de doblar la ropa es como se dobla un kimono, buscando un rectángulo, juntando los extremos hasta dar con una pieza que se sostiene erguida. Esto permitirá guardar la ropa verticalmente en los cajones, permitiendo que, con una sola vista, se pueda contemplar cada prenda.
Según su cálculo, “solo te llevará diez minutos reorganizar tu armario, inténtalo”, y afirma que su método puede transformar nuestras vidas. Ordenando la casa, ordenamos también nuestra mente... y nuestras vidas. Cuando uno pone orden en su casa, está haciendo lo mismo con sus asuntos personales y con su propio pasado.