Jueves, 02 de Julio de 2015
Una cálida feria en otoño

Entre socios, el púbico y otros colaboradores, van poniéndole la temperatura al bazaa de la Asociación Japonesa Seibu.

El sol de otoño brillaba resplandeciente sobre las plantas puestas en la entrada de la sede de la Asociación Japonesa Seibu, que fueron colocadas para ser exhibidas y vendidas con motivo de la celebración del típico bazaa organizado el domingo 14 de junio, en el predio ubicado en Morón.
Puestos con artículos del hogar, porcelana, librería, bazar, regalos, indumentaria, plantas, y comestibles. Lo destacado, sin embargo, fue el Udon.

El presidente del departamento de jóvenes de la Asociación Japonesa Seibu, Hernán Arias Tamashiro, quien estuvo colaborando activamente en el puesto de las tortas, explicó brevemente de qué se trata el bazaa y porqué la gente se siente atraída en participar. “El bazaa es una tradición que tenemos desde hace muchos años acá, en Seibu. Es un evento cultural  donde exponen varios puestos, ya sea comida, artículos, todo relacionado con la cultura japonesa. También tenemos un comedor con comida japonesa hecha por los propios descendientes, y las tortas también realizadas por los chicos del departamento de jóvenes”.
En este evento, agrega, “el departamento de jóvenes tiene un rol fundamental, trabajando no sólo el día del evento, sino un mes antes. Hace un tiempo lo organizaba la comisión directiva, pero hace ya cinco años que le corresponde casi todo al departamento de jóvenes, con la colaboración de la comisión directiva. Así, los jóvenes están en las cajas, en los sectores de cocina, colaborando en lo que es comedor como mozos, y también atienden el puesto de la Asociación Japonesa Seibu.  La comisión le brindó más lugar a los jóvenes, para que se vayan afianzando y experimentando este rol, porque en un futuro, el departamento de jóvenes va a pertenecer a la comisión directiva”.
Evento descripto como “muy de barrio, muy familiar”, por el propio Tamashiro, la concurrencia cada año es mayor.
“Este bazaa -señala el presidente del Seinembu- también es una oportunidad para enlazar a las dos culturas; vemos mucha gente que no es descendiente, compartiendo desde comida, productos y arte de lo que es la cultura japonesa. Además, la gente se acerca para probar el Udon, que es algo muy característico del Bazaa de Seibu”.
Un concurrente, Carlos, de 59 años, de Moreno, visitó la feria por primera vez. “Lo que rescato de la cultura japonesa -dice- es el respeto que hay entre ellos, y hacia los demás. En cuanto al bazaa, nos gustó ver estos trabajos que hacen con  papeles, y ver el tipo de alimentación, eso nos gusta mucho”.
Al mediodía, el predio luce lleno. El señor Eijun Higa, de 69 años, de la Matanza, además de dar su opinión sobre este evento cultural, explica algunas situaciones que vive hoy la actual generación de descendiente de japoneses provenientes de Okinawa. “El nisei y sansei no puede conversar con la gente mayor, porque nosotros no pudimos aprender el idioma.  Por ejemplo, cuando uno hace una consulta sobre la historia y las costumbres de Okinawa, ellos no lo pueden explicar  debido al idioma, entonces terminan diciendo: `A ustedes…. no importa´. En cambio, si uno se lo pregunta en su idioma, ellos pueden explicar, y con eso los espíritus se abren camino”.
Higa cuenta que va al bazaa desde que el lugar era de chapa y había goteras. “Eso fue cuando yo ingresé a Seibu, y el motivo por el cual ingresé a Seibu fue porque yo había ido a Okinawa con toda mi familia, y allá me sentí extranjero, entonces, me dije: a los chicos hay que llevarlos donde está la colectividad, donde se concentra, aquí, en Seibu, en el Centro Okinawense.
En diálogo con algunos puesteros, comentan que el bazaa es una colaboración para el colegio japonés, porque se reúne dinero para pagar impuestos y seguir ampliando la sede, y ellos, los puesteros, van a colaborar y llevar sus productos.
Otro señor de uno de los puestos, Adrián Uema, de 45 años, residente en Glew, señala que la gente suele buscar productos representativos de Japón, y el público es variado; él participa vendiendo sus productos desde hace dos o tres años.
El puesto de los dulces típicos japoneses, en donde se encuentran Kurimanju, Dorayaki, Mochi, Manju, y Cake Rolls, es atendido por Mirta, de 52 años. “Hace tres o cuatro años que participamos de este bazaa de Seibu. La verdad es que viene mucha gente; gente local, gente joven; muchos chicos que les interesa la cultura, la comida, y realmente ellos son los que más aceptan el dulce japonés, además, de la gente mayor.
Así, con las voces de muchos, y con la entusiasmada participación del público y de los socios, se desarrolló este bazaa de otoño, cálido a la hora de definirlo.