Miércoles, 25 de Abril de 2012
Desde lejos no se ve: una reflexión para acercarme a la denominación “nikkei”
Escrito por Por Chie Ishida*   

¿Por qué y cómo la gente se llama nikkei? ¿Cómo piensa y siente la gente de la colectividad en cuanto a la relación entre el japonesés y el nikkei, y el argentino?

En otoño pasado estuve en Buenos Aires por más de dos meses para reanudar mi investigación sobre la colectividad japonesa para mi tesis de doctorado. El objetivo principal, en esta oportunidad —ya, mi cuarta visita—, consistió en realizar una buena cantidad de entrevistas con la gente de la colectividad. Digo “gente de la colectividad” a propósito. Supuestamente, el término es equivalente a “los nikkei”, o “nikkeijin”, en japonés, como se dice en este diario, e incluso hay casos en que se les diría simplemente “los japoneses”. No obstante, para mí, es bastante significativo el hecho de que exista una (sutil, para algunos) diferencia entre “los japoneses,” “los nikkei” y “la gente de la colectividad,” o los “nikkeijin”, en el idioma japonés, y que esa diferencia no exista desde un otro punto de vista. Pues, para mí, sí existen diferencias: al menos, los nikkei no son “nosotros”.

El nombre nikkei, en cierto momento, apareció ante mí como muy difícil de ser aprehendido, de acercarme a él, por la indudable cercanía entre los dos grupos y, a la vez, por el desconocimiento que tenía yo sobre la gente nikkei. Para entender por qué parece haber variedad simultánea en la idea sobre un mismo grupo entre aquí y allá, tenía que saber primero cómo se ha formado una “colectividad japonesa” allá. El interrogante me condujo a investigar la colectividad en Argentina, una colectividad relativamente deconocida aquí en Japón.
Dada la ocasión de reflexionar sobre ello, gracias a la propuesta de La Plata Hochi, voy a mostrar en este pequeño ensayo un poco de lo que observé hasta ahora y cómo veo la situación de todo aquel fenómeno en torno al nikkei en Buenos Aires. Para hacerlo, necesito primero contar cómo fue mi encuentro con el tema.

 

La identidad o la autenticidad
Quizá algunos lectores hayan escuchado hablar del “falso nikkeijin” que se descubrió en Japón en los primeros años de la década del 90. Son algunos de los trabajadores llamados dekasegi (trabajadores migrantes) que habían podido venir de algunos países latinoamericanos, la mayoría de Perú, por ser calificados como nikkeijin entregando el koseki (registro familiar) de sus padres o sus abuelos y todos los documentos ligados a esto, y se probó luego que no lo eran, sino que entraban al país con documentos falsos. A consecuencia de que muchos fueron detenidos, el caso se problematizó con la denominación “falsos nikkeijin”. Resultó además que el control de la inmigración y la selección del empleo se volvieron mucho más estrictos casi sólo contra los peruanos.
Tenemos que dedicar la atención aquí sobre un juego de palabras. Una pregunta me sirve de acicate: ¿qué significa el término “falso” en este caso? Esta directamente se invierte a: ¿Qué significa el “nikkeijin” verdadero? Estas fueron las primeras preguntas que me hice.
El nikkeijin se entendía como “descendiente de japonés.” El “falso nikkeijin” (en el idioma japonés, casi nunca se dice “nikkei”, sino “nikkei-jin.” La última parte significa “gente” o “persona,” como en el caso de “nihon-jin”, “japonés”. Voy a poner “nikkeijin” cuando me refiero a la categoría que se usa en japonés, que creo que no es la misma que el “nikkei” en castellano), en cambio, originariamente se refería a los detenidos y, a continuación, a los que se supone que cometieron actos ilegales, presentando el documento oficial adulterado comprado o inventado,  para poder trabajar en Japón como nikkeijin. Sin embargo, lo que pasó es que, a la inversa del “nikkeijin auténtico”, el “falso” se convirtió fácilmente en “no descendiente de japonés” o “los que no tienen sangre japonesa”.
No obstante ello, como aclaró un periodista pocos años después (Eiji Fuchigami, de Nikkeijin Shoumei, el certificado del nikkeijin), la realidad era distinta: algunos de los descubiertos como “falsos” eran los descendientes de japoneses que tenían sangre japonesa. O, mejor dicho, el que emprendió a hacer copia del koseki fue el nikkeijin “auténtico” mismo.
Lo que inplica todo esto no es que existan malos dentro de los nikkeijin, sino que el criterio que defendía al falso nikkeijin en aquella circunstancia era el jurídico y administrativo migratorio, que se procede a través del koseki, y no el histórico ni étnico (genealógico). En otras palabras, el asunto del falso nikkei demuestra que nosotros tenemos dificultad, sino imposibilidad, de evitar que las distintas cuestiones se confundan: la autenticidad del documento, de su posición jurídica, por un lado; la identidad de personas en el sentido social/ cotidiano, por el otro.
Es así porque, a mi parecer, la palabra a través de la cual concebimos la identidad de un grupo de personas, el nikkeijin, en este caso, no dice nada en sí de cómo son esas personas ni cómo ha sido su historia. Y, obviamente, no existe una única definición. A pesar de todo esto, no estamos acostumbrados a prestar atención a la posibilidad de que estemos referiéndonos a diferentes objetos utilizando el mismo nombre. El “falso” nikkei es, justamente, un resultado de la discrepancia que permiten potencialmente todos los nombres.
Otro factor del asunto debe ser la falta de consideración, dentro de la sociedad japonesa, hacia el sentido de la identidad de los que se auto-denominan como nikkei(jin). Esta fue la motivación de dedicarme al estudio de la historia del término nikkei en varios lugares. O sea, no consiste en saber quién es verdaderamente nikkei, sino comprender por qué y cómo la gente se llama nikkei.

Algunas respuestas a qué es nikkei
Una de las preguntas que me rodeaban durante mi última estadía en Buenos Aires (desafortunadamente no tuve tiempo ni oportunidad para viajar a otras partes de la República) es, como expresé arriba, cómo piensa y siente la gente de la colectividad en cuanto a la relación entre el japonesés y el nikkei, y el argentino. Aunque era una posibilidad, no les hice la pregunta directa a los entrevistados. A pesar de ello, retomando las conversaciones, se entendía que me iban contestando de forma indirecta, que, a su vez, variaba según su edad y generación. Voy a intentar abajo resumir las diferentes opiniones sobre el concepto nikkei, que conseguí durante mis investigaciones. Pero antes de eso, quisiera añadir brevemente mi abordaje de la palabra “generación”. En esta nota, yo la utilizo en el sentido de la contemporaneidad, la época histórica en que convive la gente, y no exactamente como el hijo, nieto o bisnieto del japonés. Por ejemplo, con “nisei” quiero referirme a aquellos que estuvieron en su juventud en la década de los 70 y 80s. Y con “sansei”, a los que son jóvenes ahora, aproximadamente, la gente que está entre los 20 y los 40 años, la mayoría de los cuales son nietos de japoneses. Prefiero tomarlo así porque me parece que es el uso común en las charlas cotidianas entre la gente de la colectividad. (También, porque estoy de acuerdo con el concepto de “sansei” en el argumento del “movimiento sansei” en Kinsei 6, CeUAN, 2007).
Los issei, mayoritariamente, se presentaban a sí mismos como japonés (nihonjin) y para ellos el nikkei no tiene más significado que “descendiente de japonés”. La opinión extrema que escuché en este sentido manifestó que no se necesita la palabra nikkei, sino que se podría usar “japonés”, porque significa lo mismo. Necesito afirmar que la mayoría de los issei aceptan, o por lo menos no presentan oposición, al uso del término nikkeijin por la Embajada y JICA, el cual denota a todos los miembros de la colectividad japonesa, incluyendo los issei japoneses. Y hay también mucha gente que usa “nikkei” por comodidad (“porque abarca todas las generaciones en una palabra corta”) sin darle demasiada importancia.
Los nisei parecen tener otra opinión. Algunos contaron su sentimiento fuerte sobre la categría nisei, mucho más que nikkei, y otros pusieron más énfasis en “hijo/ hija de japonés” en vez de insistir en llamarse “nikkei. Otros nisei, y muchos de la generación más joven, en cambio, señalaron que la palabra nikkei es más crucial, y que ellos la usan por sus propias necesidades. Una entrevistada de la edad de treinta dijo “el quién soy siempre fue una pregunta y el (concepto) nikkei me alivió”. Algunos dicen que no se puede expresar su sentimiento de identidad como nikkei con otras palabras, que no es lo mismo que decir “descendiente de japonés”. Otros me explicaron el ser nikkei como una mezcla, como el que tiene una cultura mixta de lo japonés y lo argentino, que los nikkei son los que van elegiendo lo bueno de los dos y lo van incorporando. La mayoría de ellos son nisei. Otros, que ahora casi todos son sansei, por su parte comentaron que el nikkei sí es una mixtura, pero a la vez tiene que hallarse la parte que no sea ni japonesa ni argentina, que está indefinida o nueva. Según esta perspectiva, esa parte distinta debe ser lo más importante para nombrarlos como nikkei, porque si no la tienen, pueden encontrarse con alguna, o ambas, de esas nacionalidades.
La última versión será afirmada por Pablo Gavirati, que también es sansei e investiga el fenómeno nikkei. En la primera entrevista con él, que fue nuestro primer encuentro, me contó así sobre la posibilidad de una cultura nikkei: “...(el ser nikkei) para mí, hasta los nisei, quizás podría entenderse más como una suma (de lo japonés y de lo argentino), pero ya con el traspaso de los nisei a los sansei, hay una misma transición de gente que interactúa las situaciones, y va creando una nueva categoría”. No solamente Pablo, sino un buen número de los jóvenes, conceptúa lo nikkei con la palabra cultura. Esta idea culturalista está a sólo un paso a la identitarista, que hace más contraste con la estándar/original del término. Para aquella, el nikkei es toda persona que tiene identidad nikkei. Esta concepción última llegó recién, y, por el momento, es bastante polémica; poca gente está de acuerdo con ella.

Una colectividad diversa
Las entrevistas que pude realizar en estos tres años (2009, 2010 y 2011) muestran la vasta diversidad de los puntos de vista al respecto a lo nikkei(jin) dentro de la colectividad. Tan variados que me parece dificil englobarlos todos en una sola palabra, sea “los nikkei” o “los japoneses”. Es la razón por la que elegí escribir al principio “la gente de la colectividad”. Sin embargo, dentro de esa diversidad se ve una realidad compartida: el sentido de la distancia al argentino a secas.
A lo largo de las entrevistas, observé cierto desacuerdo en las miradas de una generación a la otra. Los issei, o la gente mayor en general, decían que los nisei en su momento no tenían identidad propia y que vivieron una adolescencia más dura (como afirmarían personas de otras generaciones también), y ahora los sansei/ yonsei sí tienen identidad establecida como nikkei y como argentino. Sin embargo, para ellos mismos eso no es cierto. Casi nunca encontré una persona que no haya pensado “quién soy” o “qué soy”. Probablemente, esto tenga que ver con las preguntas que se hacen para saber su generación: “¿Qué sos: nisei o sansei?”, en vez de preguntar “quién” es. Todos los jóvenes con quienes tuve más o menos una larga conversación contaban su interés, a veces intenso, por la cuestión del ser nikkei. E, incluso, algunos realizan debates entre ellos, como afirma Pablo en su testimonio. Yo escuché varias veces que no tenían ninguna duda en llamarse nikkei, pero eso simplemente no significaba que su identidad se encuentre estable. Me llamó la atención que hubo quienes expresaron que nunca iban a ser un argentino completo, o un argentino más.
Entoces, podríamos decir que el sentimiento de la absoluta distancia con el argentino mantiene su importancia en la colectividad más allá de las diferencias generacionles observadas hasta hoy en día. Y cada generación que se enfrenta con ello está buscando cómo manejarlo. Lo que representa la diversidad del debate por la palabra nikkei será, justamente, esos caminos de cada uno o de cada generación.
Me hacía falta desarrollar la otra parte de la cuestión, la distancia del nikkei con el japonés. Tal vez tendría que pensar más en esto para considerar lo que estaba pasando en el ámbito dekasegui, sea en Argentina o en Japón, y el “nikkeijin” en japonés, ya que el último (o el “verdadero”, en el caso del “falso”) parecía tener la connotación de que está “más (cerca al) japonés”. Será otra tarea que me resta, para luego sintetizar y sistematizar toda la trayectoria del nikkei. Si tiene alguna significación que lo realice yo, será porque existe alguna otra cosa que no se ve desde cerca.

* Universidad Ritsumeikan, Kyoto
Agradezco a Pablo Gavirati su colaboración en la redacción de este artículo, sobre todo por corregir mi castellano y por darme la idea del título con la canción argentina.