En Japón, al cumplir los 60 años se suele celebrar el “Kanreki”. De acuerdo al calendario chino, que fue introducido en Japón y que se ha extendido por otros países asiáticos, cada año lunar está representado por un animal y un ciclo se compone por 12 animales (12 Shi). Consecuentemente, al completar los 12 años, se vuelve al signo del inicio del ciclo anterior. La palabra “Kanreki significa cumplimiento del ciclo y comienzo de uno nuevo. Pero, como explica el significado del término “Kanreki”, cada año lunar está representado por un animal y el ciclo se completa cada 12 años, por lo que, al décimotercer año, se vuelve al signo del año en que se inició el ciclo anterior.
Existe, sin embargo, otro calendario que también tuvo su origen en China y que fue introducido en Japón hace siglos, en el que cada año lunar está representado por un “signo” (elemento) distinto a los signos de animales. Ese calendario, llamado “Jikkan”, está compuesto por 10 “signos”, y en consecuencia el ciclo de ese sistema se completa en 10 años. Es decir que, por un lado, cada persona nace bajo un signo de uno de los 12 animales (12-Shi), y su ciclo se completa en 12 años; por el otro, nace de otro “signo” (elemento) distinto al de calendario “12 Shi” (Jyunishi), y su ciclo se compone en 10 años. Por la diferencia de dos años que existe entre los dos sistemas del calendario, la coincidencia de ambos signos de los dos sistemas en que nació una persona no es frecuente, hasta que se cumple los 60, ahí, la coincidencia de los dos signos de los dos regímenes. Es, además, la primera vez que ocurre en la vida de cada uno de nosotros.Una descripción numérica facilitaría la comprensión: a) 12 “signos” x 5 = 60; b) 10 “signos” x 6 = 60. Entonces, cuando una persona cumple 60, significa que ha superado cinco ciclos del calendario lunar “Jyunishi” y seis ciclos de 10 “signos”, que en Japón se denomina “Jyukan”. Los especialistas enseñan que no es tan complicado aprender la denominación de los signos, pero reconocen la complejidad del aprendizaje de la significación de cada uno de los signos. En la época feudal, el jefe de la familia (“Katoku” o “Koshu”) tenía amplio poder sobre su familia. Él podía repudiar a su esposa y a sus hijos. Tanto los miembros de la familia, como las cosas que componían el patrimonio familiar, constituían simples objetos accesorios, y el jefe los administraba. Antiguamente, cuando el jefe de la familia cumplía 60 años (Kanreki) se solía delegar al hijo mayor el poder que tenía sobre su familia, y se retiraba. La probabilidad de la vida humana es algo que se puede estimar y, antiguamente, quizá a los 60 se pensaba que se había llegado a la ancianidad. Hoy, la probabilidad de vida se ha alargado y una persona de 60 años puede encontrarse en la plenitud de su actividad, pero la tradición de festejar el Kanreki se mantiene.
Festejos y cambios El año pasado, tres asociaciones de nuestra colectividad han conmemorado el 60 aniversario de su fundación: El Centro Okinawense en la Argentina, la Asociación Japonesa Burzaco y, por último, el Club Japonés de Merlo. En el caso del Centro Okinawense, incluso, llegó desde la prefectura de Okinawa una delegación de festejos, encabezada por el vicegobernador e integrada por numerosos legisladores y representantes de municipios. El hecho de que haya asistido una delegación oficial del gobierno de Okinawa revela la trascendencia que se le da al Kanreki. Las instituciones sociales tienen una vida ilimitada: pueden durar infinitamente. Sin embargo, esas entidades no pueden desarrollar sus actividades por sí solas, sino a través de las personas (socios). En las asociaciones, sus asociados se van renovando como el agua de la corriente del río, y hablar de cambio generacional puede no ser apropiado. Pero observando las instituciones de nuestra colectividad, creemos que, empíricamente, se puede advertir el cambio generacional que se ha producido. En agosto pasado, la agrupación Kitanakagusuku Son festejó el 50 aniversario de su fundación y, desde el municipio, arrivó una comitiva de festejos encabezada por el intendente y el presidente del Concejo Deliberante. La comunidad okinawense en la Argentina, que conforma la mayoría la colectividad japonesa, tiene organizada las agrupaciones que unen a los oriundos del mismo municipio, y Kitanakagusuku es una ellas. Antes, los issei pensaban que las agrupaciones de Sonjin Kai solo podrían tener vigencia mientras estuviesen ellos, y que su estructura se iría diluyendo con el correr del tiempo. Sin embargo, observamos que últimamente los Shichosonjin Kai se están consolidando cada vez más. La agrupación Kita no es grande, y el aniversario, que se celebró en agosto del año pasado, fue organizado por nisei y sansei. Los pocos issei que actuaron en el evento fueron los que, habiendo venido de chicos, han convivido con los nisei; son cuasi nisei. Hoy muchas agrupaciones de Shichosonjin Kai las que están siendo dirigidas por los nisei o sansei. Prácticamente se ha producido un cambio generacional en las instituciones de nuestra colectividad, y que no es un mero cambio de dirigentes. El aniversario de Kita ha asombrado a muchos y, seguramente, los festejos de Kanreki, dentro de 10 años, superarán a los del 50 aniversario.
Valores y protesta Finalizada la Segunda Guerra Mundial, en la década del 50, nuestra comunidad se nutrió de inmigrantes. La característica demográfica de la comunidad japonesa en la Argentina de antes de la guerra era la existencia del predominio numérico de los varones, por lo que había una profunda desproporción entre hombres y mujeres. Efectivamente, después de la Segunda Guerra, además de los nuevos inmigrantes, llegaron muchas “Hanayome” (novias) y, consecuencia -aunque no tenemos datos estadísticos-, habría sido excepcional en la década de 1950 el nacimiento de hijos de inmigrantes japoneses. Estos nisei ya han llegado a la edad de celebrar el Kanreki, y se encuentran en la plenitud de la vida. Ya todas las instituciones están dirigidas por nisei y sansei, y creemos que se puede hablar de cambio generacional. Recientemente, por el tema de las normas dictadas por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que afectaba a las actividades de numerosos tintoreros, espontáneamente surgió una agrupación denominada “Tintoreros Autoconvocados”, y se lanzó a un movimiento en defensa de esa actividad tradicional. El movimiento tuvo éxito y logró la suspensión de las normas, demostrando que ellas carecían de razonabilidad. No hace mucho, el 10 de noviembre, leímos una correo de lector en estas mismas páginas escrita por un nisei, quien enaltecía la tarea del profesional y de los integrantes del grupo que lideraron el movimiento. De acuerdo a la expresión del autor, él no sería muy joven, pues dice estar en la edad de jubilarse, lo que significa que ha convivido con los issei e insinúa el cambio generacional que se ha producido. Confiesa sentirse orgulloso de las cualidades de nuestra colectividad, pero que, respecto de los problemas que se originaron con los tintoreros tradicionales, esos valores no tuvieron incidencia alguna, mientras las peticiones se formulaban en los despachos de los funcionarios. “El acatamiento dentro de nuestro marco jurídico sería conformismo...”, escribe en la carta. La idiosincrasia de la sociedad japonesa ha sido la mansedumbre de subordinación o sometimiento al que posee potestad. Conociendo esas características de nuestra colectividad, el movimiento de los Tintoreros Autoconvocados significa una evolución positiva generacional. Ese tipo de movimiento era inimaginable en la época de nuestros padres. El autor de la carta de lectores ha analizado detenidamente todas las situaciones que se han generado y arenga la prosecución de la batalla en defensa de la actividad; la carta es la demostración de que en nuestra colectividad se ha producido una transformación generacional que no es un mero cambio de la conducción.
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