Jueves, 08 de Octubre de 2015
Condecoran a un destacado dirigente de Córdoba

Masaru Tamashiro fue distinguido por el gobierno japonés con la “Orden del Sol Naciente, Rayos de Plata”.

El expresidente de la Asociación Japonesa de Córdoba, Masaru Tamashiro, fue condecorado por el gobierno de Japón con la “Orden del Sol Naciente, Rayos de Plata”, por su contribución al desarrollo de la colectividad japonesa en la Argentina y, en especial, por su labor en pos de la comunidad de la provincia en la que reside.

El acto de condecoración se realizó el miércoles 23 de septiembre, en la residencia del embajador. Tamashiro san recibió de manos de Noriteru Fukushima, embajador del Japón en la Argentina, el diploma que testifica la recepción de la medalla.
“Hace unas dos semanas viajé a Córdoba por un día y tuve la oportunidad de compartir la jornada con Tamashiro san -contó el diplomático en su discurso-, tiempo suficiente para descubrir en él a un ser por demás cálido e inquieto, con una devoción por lo que hace, pocas veces vista, y de una conducta intachable”. 
Y continuó: “Ahí pude entender cabalmente de dónde proviene el gran cariño que todos le tienen. A todo esto, se suma su condición de líder nato, lo que le ha valido el profundo reconocimiento y respeto de la Asociación Japonesa de Córdoba”.
Por su parte, el presidente de la Federación de Asociaciones Nikkei en la Argentina (FANA), Akira Ikegaki, rememoró el esfuerzo y apoyo realizado por el condecorado para la administración del nihongogakko, y para la construcción y mantenimiento de la casa estudiantil, además de la construcción e inauguración del monumento a los difuntos japoneses NN en Cosquín.
“El señor Tamashiro mostró con su andar cómo debe ser un nikkei a los nisei y sansei. Su ejemplo y su enseñanza se han transmitido a nuevas generaciones que hoy sostienen la entidad con orgullo y honor”, reflexionó Ikegaki.
Finalmente, Tamashiro, quien comenzó su labor dirigencial en 1970, como vocal de la Asociación Japonesa de Córdoba, agregó: “Cuando era chico, en Okinawa, viendo las mercaderías que llegaban de la Argentina en calidad de ayuda solidaria, realmente eran valiosas, y por eso elegí mi carrera. Cuando llegué a la Argentina en 1967, me quedé asombrado por la perseverancia  de los mayores para el bien de la comunidad. He aprendido de aquellos líderes, y pienso que es una forma de gratificar a nuestros mayores, transmitiendo nuestra tradición a las futuras  generaciones”.
Tamashiro, graduado en la Universidad de Tokio como ingeniero agrónomo, y con más de 40 años de trayectoria en la institución cordobesa, agradeció a todas las personas que lo acompañaron desde Córdoba, como al cónsul honorario en la provincia y su familia.

 

Aquel Cosquín

La ciudad de Cosquín se une actualmente con Japón a través de la música y la danza (en Japón se realizaron algunas ediciones del festival de Cosquín, y anualmente, en el espectáculo de Córdoba, el país nipón está representado por diversos artistas). Aunque no siempre fue así, ya que hubo una época triste para nuestra colectividad, y cuya historia no puede soslayarse. 
En el agasajo brindado a Masaru Tamashiro el mismo día 23, pero en la sede del Centro Okinawense, el presidente de la Asociación Japonesa de Córdoba, Víctor Hirai, resaltó la labor del condecorado dentro de la institución, y se refirió a la construcción de un panteón  para resguardar los restos olvidados de los fallecidos en aquella ciudad, e invitó  al expresidente de la institución, Santiago Higa, para que  contara sobre el tema.
En la segunda década del siglo pasado, hubo una epidemia de tuberculosis en el país, y muchos de los primeros inmigrantes japoneses, quienes trabajaban de manera excesiva, contrajeron la enfermedad, e iban a Cosquín para buscando curarse. Algunos lo lograban; otros, no. 
Muchos de los fallecidos fueron sepultados en el cementerio Municipal de esa ciudad, y aunque los restos mortales de algunos eran retirados por parientes y amigos, los hubo de quienes quedaron olvidados.
El cementerio tenía su régimen: cuando transcurría un determinado tiempo y se adeudaba el arrendamiento, los restos se exhuman y se colocaban en una fosa común.
Para evitar esa situación, los señores Tamashiro y Mizutamari gestaron la construcción de un panteón para que descansaran en paz aquellos connacionales olvidados. El proyecto se concretó.
Según Tetsuzo Oshiro, autor de un libro con la historia de la colectividad japonesa en la Argentina, luego de revisar los registros de defunciones, consignó que en ese municipio fallecieron 96 connacionales, pero se estimaba que la cifra era aún mayor.
Muchos inmigrantes de la primera época trabajaban en las tintorerías y los cafés, y durante largas jornadas, por lo que eran  propensos a contraer la tuberculosis, enfermedad considerada, en ese entonces, como incurable. Tan grave fue la situación, que en la década de 1930 los socios de la Asociación Japonesa en la Argentina, que aglutinaba a todos los connacionales,   creó una comisión para la construcción de un centro para atender a enfermos japoneses.
El proyecto se concretó en el año 193, y esta historia ha de quedar en nuestra memoria.